sábado, 21 de enero de 2012

Lideratge i vida interior

La vida interior, de Àngel Castiñeira y Josep M. Lozano en La Vanguardia 20 Enero, 2012


En sus memorias políticas, Tony Blair relata el momento en que fue nombrado primer ministro y cómo lo vivió. “Al subir los escalones hasta el estrado, intentando obligarme a centrar mi mente y mis reservas de energía en las palabras que iba a decir, finalmente conseguí definir la raíz del miedo que había ido creciendo durante todo el día: yo estaba solo. Ya no habría más equipo, ni más camarilla amistosa, ni emociones compartidas entre un puñado de íntimos. Estarían ellos; y estaría yo. En un determinado punto profundo, ellos no serían capaces de entrar en contacto con mi vida, ni yo con la de ellos”. Hay un sinfín de declaraciones, memorias y biografías de líderes que expresan algo parecido, la sensación de soledad que acompaña su trayectoria en el ejercicio del poder. A nuestro parecer, esa soledad sólo puede ser bien gobernada y reelaborada si la persona que asume un liderazgo dispone y cultiva bien su vida interior.
La vida interior nada tiene que ver, por cierto, con aquella caracterización que en su día se hizo de Leopoldo Calvo-Sotelo llamándole “la esfinge” (personalidad fría e impertérrita, parca en palabras y sonrisas), ni tampoco con esa otra con la que ya apodan a Mariano Rajoy, “el enigma” (perfil humano desconocido, basado en la ambigüedad y el encubrimiento, según The Guardian).Y, por supuesto, tampoco tiene nada que ver con el programa de Albert Om El convidat donde el periodista simula que mira por el agujero de la cerradura en la casa de los famosos.
Cultivar la vida interior es otra cosa. Significa trabajar bien la conexión y la calidad en el pensar y en el sentir; en el desear, el decidir y el actuar; en la conexión entre motivaciones y propósito. ¿Recuerdan el final del poema Invictus de W. E. Henley? No importa cuán estrecho sea el camino, cuán cargada de castigo la sentencia. ¡Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma! Una parte del propósito de Nelson Mandela se fue forjando durante aquella vida interior trabajada durante largos años en una celda de dos metros de ancho y desmenuzando día tras día rocas y picando piedras en un patio para convertirlas en grava.
La vida interior tiene que ver con nuestra capacidad de atención y de presencia, de estar viviendo de una manera plena cada situación. Más allá de la fragmentación, más allá de la vida puzle de tantos líderes, el trabajo de la vida interior aporta equilibrio y fortaleza y contribuye a expresar una cierta unidad entre lo que somos y lo que hacemos. De ahí parte la tensión inspiradora del liderazgo, la que le permite a los líderes encontrar el punto de adecuación con la realidad, el nivel de madurez para reconocer sus limitaciones y no sobreestimar sus puntos fuertes, el mostrar un grado óptimo de autenticidad, el aprender a conservar y expresar su yo auténtico, el no erosionar su dimensión moral, el mantenerse suficientemente coherente en cada uno de los papeles asumidos, el encontrar la distancia justa para disponer de perspectiva sin perder la proximidad y la calidez, el mantener un equilibrio dinámico (un cierto orden dentro del cambio y la inestabilidad) y el aprender también a construir una narración convincente que va de dentro hacia fuera y que acaba hablando desde el propio yo.
Todo esto nos puede parecer muy filosófico pero tiene un impacto real y duradero en la vida profesional y de las organizaciones. Los profesores del MIT P. Senge y O. Scharmer explican que el éxito de la intervención de los líderes depende fundamentalmente de la condición interior de la persona que interviene. No es sólo lo que los líderes hacen y cómo lo hacen, ni sólo su visión, sino su “estado interior”, es decir, el lugar desde el que operan; la fuente y la calidad de su atención y de su intención.
Trabajar la atención significa aprender a mirar la realidad cotidiana para detectar lo que emerge y lo que se oscurece; pero también para ser libres porque sabemos que toda visión ilumina, pero que a la vez genera zonas de sombra. Significa trabajar la receptividad y la escucha; atender sin juzgar de entrada; practicar una cierta duda metódica, sobre todo cuando llegamos a la conclusión, curiosamente, de que todos los hechos confirman nuestros propios planteamientos. Significa encontrar momentos de parada y pausa en medio del ruido y la aceleración cotidianos. En definitiva, significa reconocer que sin una mirada atenta en el día a día la visión se convierte en puro verbalismo que nos permite escaparnos del presente hacia un futuro imaginado que nunca dejará de ser eso, pura imaginación.
Trabajar la intención quiere decir que no nos podemos conformar con hacer muchas cosas, y hacerlas bien. Tenemos que poder nombrar con autenticidad el  propósito que las guía y tener la lucidez de identificar no sólo lo que nos motiva, sino lo que nos mueve. A menudo somos prisioneros de los éxitos del pasado y de la repetición de pautas de comportamiento heredadas. Por eso hemos de contrastar la coherencia que hay entre lo que decimos que queremos y las cosas que valoramos y evaluamos. Sin un esfuerzo constante de dar nombre a nuestras intenciones, de elaborarlas, de depurarlas y de transformarlas, la visión no es más que el envoltorio que embellece con purpurina el pragmatismo repetitivo, o lo que consolida el poder de quien la administra.
¿Cómo están nuestros líderes de vida interior? ¿Cómo, dónde y cuándo la cultivan? El trabajo de la vida interior nos marca también una de las claves del buen liderazgo.
Àngel Castiñeira y Josep M. Lozano, profesores de Esade-URL.

jueves, 19 de enero de 2012

Marina y Naranjo: nuevas propuestas sobre la Educación

En un reciente encuentro en la UCM, los dos pensadores sostuvieron un interesante debate sobre la necesidad y la posibilidad de una nueva educación. Por Carlos J. González Serrano

FONT:http://www.filosofiahoy.es/index.php/mod.pags/mem.detalle/idpag.5574/cat.4014/chk.e8dc7414ac689f09d542f0068bd9fc7d.htmlhttp://www.filosofiahoy.es/index.php/mod.pags/mem.detalle/idpag.5574/cat.4014/chk.e8dc7414ac689f09d542f0068



El Paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid 
no estaba tan repleto desde que se discutía el polémico Plan Bolonia. Había público sentado en las escaleras, de pie y todo para asistir al debate/encuentro, celebrado el 16 de enero, entre dos de los pensadores vivos más importantes: Claudio Naranjo (Chile, 1932) y José Antonio Marina (Toledo, 1939). El encuentro entre ambos se anunció a los asistentes como un diálogo en el que podrían intercambiar y discutir abiertamente sus respectivas ideas sobre si es posible cambiar nuestros modos de educar. Sin embargo, muy pronto se produjo la convergencia entre Naranjo y Marina al constatar que si de algo no se habla hoy en España, y en general en el mundo occidental, es de la educación. En cualquier encuesta aparecen temas recurrentes como el terrorismo, la seguridad, la crisis económica o las desigualdades sociales, pero nunca rastreamos entre ellos el de la educación. Marina se mostró tajante al respecto: “A nadie le interesa el asunto educativo. Y cuando digo a nadie, es a nadie”. Claudio Naranjo intentó desde el primer momento buscar explicación a esta afirmación del pensador español, asegurando que precisamos urgentemente de una enseñanza que nos ayude a formar a seres más humanos y comprometidos con los auténticos problemas de su tiempo.

Ambos autores declararon, a su vez, que la sociedad actual se enfrenta a un problema de inconmensurabilidad. La nueva era de la comunicación ha dado como fruto una desorientación en el modo de encontrar y asimilar la información (lo que en el ámbito de la educación ha supuesto un alarmante aumento de los casos de déficit de atención); en este sentido, es necesario saber cómo orientarnos, dar con un patrón o una guía que sirva de ayuda a los niños y jóvenes que hoy se educan en colegios e institutos.

En un Paraninfo atestado de gente, José Antonio Marina declaró que su trabajo como investigador se halla encaminado a permitir que los padres comprendan lo que sucede, ofreciendo un significado al comportamiento de sus hijos para ayudarles a encontrar sus propias soluciones y aprovechar sus recursos. El pensador español declaró en numerosas ocasiones que no valen medias tintas; la sociedad civil en su conjunto ha de movilizarse de cara a educar a la infancia en un proyecto de felicidad y dignidad; Marina emplea un viejo proverbio africano para explicarlo: “Para educar a un niño hace falta la tribu entera”, de cara a implantar lo que denomina una “civilización del cuidado” o “maternalización de la sociedad”.

Tanto Naranjo como Marina coincidieron en otorgar una importancia primaria a la sociedad
como conjunto de individuos interconectados por una red cultural, y desde ahora, imperativa: “la felicidad íntima de cada ser humano es un proyecto que solo puede alcanzarse integrándolo en un proyecto común”, aseguró el español.
A hombros de una cita de Gracián que Marina mencionó en algún momento de la ponencia (“¿Qué importa que el entendimiento se adelante, si el corazón se queda?”), Claudio Naranjo hizo hincapié en la necesidad de cambiar la educación de los sentimientos para cambiar el mundo; a su juicio, al proceso educativo no solo le compete la formación de los individuos, sino también la transformación de una sociedad en crisis, contribuyendo a la transición desde una sociedad patriarcal moribunda a lo que él llama una “sociedad sana”, alejada del imperialismo de la razón instrumental, que hace que la educación que damos a nuestros jóvenes se haya convertido en un proceso casi de instrucción, bajo la condición de apartar otro tipo de actividades que permiten un auténtico desarrollo humano, lo que ha dado como resultado final un descenso en la salud psicológica y en la capacidad empática de los jóvenes. Naranjo declaró en diversos momentos de la conferencia que el adolescente “ha perdido el contacto consigo mismo, no sabe estar a solas, siempre necesita de constantes estímulos para sentirse vivo”. En este sentido, son tres los objetivos principales que el pensador chileno se propone: la liberación de la espontaneidad, el desarrollo amoroso entre seres humanos y el cultivo de la paz interior.

Tanto Claudio Naranjo como José Antonio Marina declararon que la profesión
 del educador no ha de fundarse exclusivamente en el desarrollo de procedimientos y técnicas, sino más bien de la capacidad de las personas para ayudar, capacidad sin la cual todo recurso técnico cae en el vacío. Por último, recordar que José Antonio Marina es el director del proyecto pedagógico Universidad de Padres, que tiene como objetivo colaborar con los progenitores durante todo el proceso educativo de sus hijos. La idea fundamental de este proyecto es que toda la sociedad debe ayudar en esta tarea. “Aspiramos a recuperar un discurso educativo optimista y alegre, que en la actualidad se ha olvidado”, explica Marina.

Naranjo siempre ha destacado por sus trabajos de índole integradora, acercando la sabiduría tradicional y científica al conocimiento histórico, antropológico, sociológico, psicológico y espiritual de nuestro tiempo. Actualmente es un referente mundial de la denominada terapia Gestalt (autorrealización y crecimiento personal a través del autoconocimiento). Gracias también a sus estudios de Medicina, Psiquiatría y Música, y fruto de un aprendizaje que le permitió recibir las enseñanzas de maestros como Swami Muktananda, Idries Shah o Thartang Tulku, ha desarrollado el Programa SAT, un proceso de autoconocimiento dirigido a profesionales de la psicoterapia, que ha tenido como resultado una guía de transformación individual y social con seminarios dirigidos especialmente al ámbito educativo. Recientemente ha sido creada en Barcelona la Fundación Claudio Naranjo.

Por su parte, José Antonio Marina ha dedicado toda su labor investigadora a la elaboración de una teoría de la inteligencia que comienza en la neurología y encuentra su meta en la ética. A su juicio, la función principal de la inteligencia no es conocer, sino alcanzar la felicidad y la dignidad. Inmerso en este titánico proyecto, en el que actualmente sigue aún inmerso, ha dedicado libros a la creación, el lenguaje, los sentimientos, la voluntad, la religión o la política. Ha sido galardonado con diversos premios, entre los que destacan el Anagrama de Ensayo, Premio Juan de Borbón, Premio Elle, Premio Giner de los Ríos de la Innovación Educativa y Premio Nacional de Ensayo. Información de Carlos J. González Serrano

jueves, 5 de enero de 2012

"No hay ninguna excusa para los padres vagos"

Francisco Kovacs, médico, propone un método educativo

LA VANGUARDIA LA CONTRA 03/09/2011

Tengo 47 años. Nací y vivo en Palma de Mallorca. Soltero. Presido la Fundación Kovacs dedicada a la investigación médica. Cuando un país tiene un nivel educativo muy bajo y una justicia que no es predecible, no es democrático aunque vote. Creo que en el humano está todo.


Foto: Jordi Roviralta





Educan los padres

En la universidad lo llamaban cerebrito Kovacs. Fue formado por su padre en técnicas especiales de educación temprana. Terminó sus estudios de medicina a los 19 años y se doctoró summa cum laude a los 22. Esa experiencia le ha llevado a desarrollar un método educativo que aúna la intuición paterna con sus investigaciones médicas que explica en Aprendiendo a ser padres. El método Kovacs(Martínez Roca). "Hay un error conceptual: el colegio forma, pero los que educan son los padres. Y el niño se convertirá en un adulto más o menos libre en función de la eficacia con la que asuma sus responsabilidades. Casi cualquier cosa que hace un humano necesita entrenamiento y formación".



En un entorno global competitivo, o aseguramos la educación de las próximas generaciones o hablaremos todos chino rápidamente.

¿Y qué significa educar?
De acuerdo con el conocimiento científico tres cosas: el niño debe estar rodeado de un entorno que fomente al máximo todas las capacidades que su código genético permite. No se trata de hacer nada artificial sino permitir que esa potencialidad fructifique.

No idiotizarlo, vaya.
En segundo lugar hay que rodearlo de afecto. Y en tercer lugar hay que darle modelos de conducta que pueda imitar y que le transmitan los valores que socialmente queremos, véase el rigor, la disciplina, la meritocracia, la justicia, etcétera.

Entendido.
El conocimiento científico demuestra que, al nacer, la mayor parte de nuestras neuronas no están conectadas entre sí. Se conectan o no en función de los estímulos del entorno, y cuanto mayor es el sujeto más difícil. Con lo cual, quien debería fijar el calendario educativo es el desarrollo biológico del niño.

Es usted un poco determinista.
Hay tres estereotipos. El primero es el del salvaje feliz, lo de que hay que dejar al niño que brote espontáneamente como las lechugas. Una educación no intervencionista no es educación, es agricultura. Y condena al niño a ser un fracasado toda su vida. No hay ninguna excusa para los padres vagos.

Radical.
Una vez que el niño ya tiene cierta edad (entre los 10 y 14 años), y empieza a tener una vida cada vez más autónoma en la que la influencia de los padres es cada vez menor, se encuentra con situaciones que son contradictorias a aquellas en que lo han educado.

Póngame un ejemplo.
Si al niño lo han educado bien en su casa, tendrá un concepto claro de la justicia: yo puedo predecir qué voy a hacer y qué me va a pasar, en función de lo que haga, mis padres me van a premiar o castigar. Pero cuando sales al mundo te das cuenta que hay cosas que funcionaban en tu casa que en el ámbito macro no funcionan igual.

¿Entonces?
También es necesario dotar en cuanto es posible al niño de un criterio propio, sólido y fundamentado para que pueda resistir el contacto con la realidad sin considerarse idiota ni abjurar de sus principios.

¿Y cómo se hace eso?
A través de tres claves: Formación, información y ejemplo. No basta con decirle al niño desde pequeño que la honradez es un valor positivo, debes predicar con el ejemplo. Si tú admiras a un ladrón porque preside un gran banco te estas contradiciendo.

Las contradicciones son inevitables.
Hay que darle información para que comprenda que no tiene que cuestionar sus principios sino sobrevivir en un entorno donde no siempre se aplican. Intentar aislar al niño en una burbuja es un suicidio, porque en cuanto el niño sale al mundo se lo comen.

Glups.
Hay que prepararle para que cuando tú ya no estés tan presente, sea capaz de autoeducarse constantemente. Es lo que deberíamos hacer todos los adultos.

Usted bombardea el sistema educativo.
Año tras año, cuando salen los resultados del informe Pisa, el director general de turno o la ministra, si las elecciones están cerca, hace dos declaraciones tópicas típicas y hasta el año próximo. Con este planteamiento el fracaso está garantizado.

¿Qué propone?
Volver a implantar valores y mecanismos educativos contrastadamente eficaces y dejarnos de experimentos pedagógicos. Por ejemplo deberíamos agrupar a los niños por nivel, no por edad biológica. Eso de que los niños crecen industrialmente y el que nació el 31 de diciembre le corresponde otro nivel del que nació al día siguiente es una aberración que sólo cabe en la cabeza de los que perpetraron la Logse.

¿Qué más?
Instalar mecanismos de premio y castigo (que no significa tortura y mimo) que es como funciona nuestro cerebro. Si tratas igual al que estudia que al que no lo hace, estas incentivando que todo el mundo suspenda.

Aboga por una educación tradicional.
Estamos en un entorno políticamente correcto y blandito que nos está llevando al hundimiento colectivo. Ahora por ejemplo la competitividad no está de moda. Pero vivimos en una sociedad globalizada, la competencia está y hay que aprender a manejarla. Aprender a competir es no abusar cuando ganas ni frustrarte cuando pierdes.

¿Qué pasó entre usted y su padre?
Me permitió hacer lo que yo quería siempre que estuviera a la altura: si quieres tocar el piano, te comprometes a hacerlo lo mejor que puedas. Si pretendes ser libre tienes que demostrar que eres digno de esa libertad y que la ejerces bien. No ganas derechos por el hecho de crecer biológicamente.

Interesante matiz.
Si el niño aprende a abjurar del esfuerzo no sólo lo conviertes en un vago, sino que mediatizas todas sus decisiones de futuro, siempre va a hacer lo que le sea más fácil.

Además de educadores, ¿podemos ser amigos de nuestros hijos?
Los padres pueden decidir ser amigos de sus hijos, pero tienen que ser conscientes de que los dejan huérfanos.

Comunicar bien según Manuel Campo Vidal

"No nos tomamos en serio lo de comunicar bien"

LA VANGUARDIA 04/01/2012 VÍCTOR - M. AMELA

Cara a cara
"¡Cómo me gustaría moderar un debate entre Mourinho y Guardiola!", me comenta Campo Vidal, nuestro mayor experto en debates televisados. Los considera dos grandes comunicadores: de Mourinho pondera que está corrigiendo su exceso de arrogancia, y a Guardiola le corregiría su exceso de falsa modestia. Campo Vidal dirige la Academia de Televisión, desde la que fomenta una televisión ética y de calidad. Manuel Campo Vidal propone mejorar la formación de nuestros líderes como comunicadores para ganar en competitividad. Para lograrlo, da pistas en su libro ¿Por qué los profesionales no comunicamos mejor (RBA), que subtitula Los siete pecados capitales del mal comunicador.
Estuvo a gusto entre Rajoy y Rubalcaba?
Sí. Fue un gran debate.

Pero no pudo preguntar.
No era mi función, no era una rueda de prensa.

Pero el periodista está para preguntar.
No en un cara a cara: tiene más fuerza que se interpelen entre ellos que si lo hiciera yo.

¿No se sintió un poco títere?
Fui árbitro. Alan Schroeder, profesor de Boston, sostiene que el cara a cara español es el debate televisivo más difícil del mundo. Cumplí bien con mi función de árbitro.

¿El más difícil? ¿Por qué?
Exige mucho de los candidatos. ¡No se dan respiro, la tensión es constante! En otros países, los candidatos le hablan al periodista, triangulan, como en Estados Unidos. No se miran a los ojos. Aquí acaban agotados.

¿Y si han pactado no hacerse pupa?
Estamos estudiando alguna mejora, alguna intervención del moderador, de las redes sociales... Pero agradezcamos a nuestros candidatos que acepten dar la cara.

Sólo faltaría...
El candidato con encuestas favorables piensa que un careo le perjudicará. Pero Zapatero en el 2008 y Rajoy en el 2011 eligieron debatir. Y, comunicativamente, ¡hicieron bien!

¿Por qué?
¡Dar la cara refuerza siempre el liderazgo! Y estos careos son únicos. Preservémoslos.

Pero nos salen caros: ¡470.000 euros!
Costó menos de la mitad de un solo capítulo de una serie de éxito en TVE.

Pues yo se lo monto más barato.
Alquilar el espacio, montar un plató, armar una sala de prensa para 600 periodistas con todas las conexiones RDSI, wi-fi, satélite, fibra óptica, y unidades móviles, y salas de invitados, y algo de catering, y una UVI...

¿Una UVI?
¿Y si se daba un problema de salud? Y escáneres, por seguridad. Y las unidades móviles deben estar duplicadas, por si acaso... Y yo no cobré, ni los principales implicados.

¿Y por qué no encargárselo a TVE?
Podría establecerse algún compromiso público-privado, quizá. Lo cierto es que TVE ha conseguido una alta neutralidad informativa... ¡Exceptuada la información deportiva!

¿Quién es el mejor comunicador que usted haya conocido?
Bill Clinton: preparadísimo. Tony Blair: respira liderazgo. Felipe González: completísimo. Adolfo Suárez: era difícil no levantarte suarista de una mesa compartida con él. Y Jordi Pujol: sabe escuchar.

¿Sí?
Sí, y escuchar es una de las cualidades imprescindibles del buen comunicador. Y si un alguien no comunica bien, no podrá ser un buen político ni un buen empresario.

Cuando un político es criticado por su política, aduce que no supo comunicarla.
Suele ser cierto, pero suena a excusa..., porque vemos que no se esfuerza mucho en corregirse. Y es que en España no nos tomamos en serio lo de comunicar bien.

¿Por qué?
Desde niños nos asustaba salir a la pizarra: en la escuela nunca nos adiestraron a hablar en público. ¡Y así no vamos bien!

¿Es distinto en otros países?
La escuela anglosajona enseña a los alumnos a explicar qué emoción contiene un texto. ¿Hablaba usted de emociones en clase?

No.
Para comunicar bien, es fundamental saber transmitir alguna emoción.

¿Qué personajes lo hacen bien?
Obama lo hace tan bien, ¡que sus adversarios le acusan de ser mejor comunicador que gobernante!

¿Por qué un empresario también debería comunicar bien?
La capacidad comunicativa del líder de una empresa determina el valor de esta, lo ha certificado el estudioso Cesare Sansivini.

¿Mejoraría la economía española si todos comunicásemos mejor?
¡Ganaríamos muchas oportunidades que ahora perdemos! Incluiría en el sistema educativo tres asignaturas: idiomas, sentido emprendedor y técnicas de comunicación.

¿Qué diría el profesorado de esto?
Deberían ser los primeros en aprender a comunicar bien: si un profesor no comunica bien lo que sabe..., mal profesor será.

Dé ejemplos de profesores buenísimos.
Manuel Castells, José Luis Sampedro o Ángel Gabilondo.

Resúmame sus consejos de oro para comunicar bien.
Uno: procura escuchar. 
Dos: no improvises, establece qué quieres decir. 
Tres: adáptate al tiempo de que dispones. 
Cuatro: prepara un buen principio y, sobre todo, un buen final. 
Cinco: evita la arrogancia. 
Seis: cuida tus gestos y miradas, tu lenguaje no verbal. 
Siete: conecta con alguna emoción.

Acláreme lo de lenguaje no verbal.
Si pretendes comunicar entusiasmo, ¡no lo hagas con aire de funeral!

¿Qué tal comunica Mariano Rajoy?
Buenísimo en la distancia corta, aún es hierático ante la cámara: debería mostrarse más tal como él es.

¿Aconseja echar mano de algún taco?
Muy excepcionalmente: es una zafia muleta que expresa que no te has preparado bien lo que decir con otros giros y adjetivos.

¿Y echar mano de alguna mentira?
¡Jamás! Puedes no decirlo todo..., ¡pero sé veraz en lo que digas! Una mentira acaba por descubrirse siempre... y dilapida tu capital de credibilidad.