domingo, 26 de septiembre de 2010

Neurocinema

Vegeu HEMEROTECA DE LA VANGUARDIA... (a partir del 4 d'octubre de 2010)


Al cerebro le gusta el cine

Algunas películas consiguen sincronizar con la actividad cerebral del espectador. Un estudio acaba de demostrar que la mente del ser humano siente predilección por determinados formatos y ritmos narrativos.

¿Por qué cuando vamos al cine algunas películas nos atrapan en la butaca? ¿Por qué, en cambio, delante de otras llegamos a quedarnos dormidos al cabo de pocas escenas? La respuesta, como ocurre en muchas cosas de la vida, está en el cerebro.


Un reciente estudio publicado en la revista Psychological Science por el profesor James E. Cutting de la Universidad de Cornell ha establecido un principio báscio: más allá del guión, de la dirección, de los actores, lo que cuenta para la mente, es el ritmo. Con lo que hay películas que, por su peculiar estructura, consiguen conectar con el cerebro mejor que otras.


Los investigadores han examinado 150 largometrajes de éxito entre 1935 y 2005. Para que la selección fuera completa, han elegido entre cinco géneros distintos: acción, aventura, dibujos animados, comedia y drama. A partir de ahí, han estudiado su formato narrativo. La conclusión es que, dentro de este catálogo hay algunas películas que siguen un determinado ritmo al que nuestro cerebro es particularmente receptivo. Dicho de otra manera, ciertos filmes están montados de acuerdo con un movimiento idóneo desde el punto de vista cerebral. Cuando las imágenes y los planos que se suceden en la gran pantalla alcanzan cierta velocidad, el ser humano logra la máxima concentración y absorbe de forma eficiente la cantidad de informacón que se le transmite. Sin entrar en detalles técnicos, hay largometrajes que se aproximan al llamado ruido rosa, una señal que está presente en el universo y que tiene un espectro de frecuencias similar, por ejemplo, a la de los latidos del corazón, del flujo de las mareas, o, cuando se habla de sonidos, al de la música sinfónica o del piano o del órgano. Ahora bien, se da el caso que , a su vez, el cerebro humano no siempre está concentrado al máximo: a los momentos de atención se suceden pausas. Esta oscilación cerebral también sigue esta misma frecuencia. Si la película, por su estructura, se sincroniza con los tiempos de la mente del espectador, entonces se produce la conexión ideal: estamos delante del film perfecto... desde un punto de vista neurológico.


"Me parece una idea interesante", reconoce Susana Martinez-Conde, directora del laboratorio de neurociencia visual del Instituto Neurológico Barrow, en Phoenix, Arizona. "En todo caso, el estudio confirma que el sistema visual es importante y que es sensible a un determinado ritmo. Si la frecuencia es muy rápida, está demostrado que al cerebro humano le cuesta separar y descifrar el contenido del mensaje ya que tiende a verlo como un conjunto. Pero, de la misma manera, si lo que ve es muy lento o excesivamente gradual, entonces es difícil percibir los distintos cambios. Existe un ritmo idóneo de procesamiento visual.", explica. Es lo que ocurre también en el lenguaje oral: existe un ritmo idóneo al que exponer discurso para conseguir transmitir el mensaje al oyente de forma eficaz.


Descubramos ahora cuáles son las películas que más gustan a nuestro cerebro. Según el estudio mencionado, la ganadora es Retorno al futuro, la primera parte de una trilogía de aventuras dirigida por robert Zemeckis justo hace 25 años y protagonizada por un joven Michale J.Fox. También es curioso ver como otras películas bien posicionadas en este ránking son dos entregas de la saga de La guerra de las galaxias de George Lucas. Todas estas películas pertenecen, indirectamente, a la llamada factoria hollywoodiana del director Steven Spielberg y a un determinado período histórico, los años ochenta. ¿Es una mera coincidencia? Los expertos recuerdan que en ese período era difícil hacer cine de autor y es entonces cuando una generación de directores lanza un nuevo género. "En los años ochenta la industria de Hollywood llega a su climax. Encuentra un equilibrio entre lo comercial y estilístico. Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Steven Spielberg, pero también otras figuras como Richard Donner, George Lucas, Robert Zemeckis... forman un grupo de artistas que alcanza la plenitud de su carrera. Ofrecen lo mejor de la llamada industria del entertainment ", explica Enric Pardo, profesor de guiones del Escac de Barcelona.


¿Qué tienen estas películas de especial? "Estos filmes se apoyan en un trabajo de estructura impresionante y, al mismo tiempo, tratan temas clásicos", dice el superprofe de Escac. "Un buen guión siempre tiene que tener un punto de inflexión y, por lo general, en la historia ha de producirse un vuelco. Digamos que en los primeros quince minutos vale todo, pero luego hay que procurar dar al espectador un fuerte agarre emocional. Ahora bien, este tipo de películas cuentan con unos arranques poderosos: la saga de James Bond, el desembarco inicial de los soldados de Salvar al soldado Ryan de Spielberg o los comienzos de Indiana Jones, por poner un ejemplo, siguen esta pauta", añade.

El estudio proporciona otra conclusión interesante: la estructura base de las películas y la edición de las distintas escenas han evolucionado en los últimos setenta años, en el sentido que se han acelerado.  Cutting y su equipo han cronometrado los distintos planos de los diferentes géneros. Los ritmos pausados de los años cuarenta o cincuenta poco tienen que ver, por ejemplo, con el frenesí de Quantum of Solace , la última entrega de James Bond, en el que cada plano tiene una duración de tan sólo 1'7 segundos de promedio.

"Desde 1960 los directores han ido repartiendo la duración de los planos hasta forzar de nuestra atención de forma natural", dice Cutting. En particular, parece haber una clara diferencia, en cuanto a la velocidad de la narración, entre la década de los cincuenta y la de los ochenta. El único autor de la época antigua que parece ser la excepción es Alfred Hitchcock, que ya supo rodar con planos muy rápidos para su tiempo ("para mí el cine son cuatrocientas butacas que llenar", dijo una vez, con cierto cinismo, el maestro del suspense).

"El cine tiene 100 años, antes había que explicar ciertas cosas al espectador, ahora lo tiene bastante asumido. La aparición del videoclip a principios de los ochenta ha contribuido a producir este cambio", recuerda el profe de Escac. "Es innegable que en los últimos años se ha vivido una aceleración, debido también a una clara influencia del formato plublicitario. El ojo humano está más entrenado que en el pasado, por no hablar de las nuevas generaciones, que han crecido a través de la estructura visual de la playstation. Y es cierto que, desde un punto de vista tecnológico, en la actualidad, gracias a la edición digital, mucho más ágil, se puede incrementar la frecuencia de los planos", indica Erika Mannoni, editora que ha participado en la última película de Alejandro González Iñárritu, Biutiful.

Sin embargo, hay que tomarse este estudio con cierta precaución -y, de alguna manera, los mismos autores alertan sobre ello-. Hay películas como El padrino o Ciudadano Kane, que no figuran entre lo más atrayente desde el punto de vista cerebral, aunque nadie discute que son obras maestras. Por no hablar de la ausencia, en esta tabla, del llamado cine de autor: aunque la filmografia de Ingmar Bergman se caracteriza por una extrema lentitud en cada plano -lo que llevaría, según esta tesis, a que el cerebro se distrajera- la calidad de sus peliculas es indiscutible. Y, por otra parte, el cine de Hollywood que sale tan bien parado en el informe, no siempre ha sido de gran calidad (como dijo una vez Michelangelo Antonioni, "Hollywood es como estar en ningún lugar, hablando a nadie sobre nada"). Para Enric Pardo, "la grandeza del cine es que caben muchos tipos de discursos diferentes. Cada historia tiene su formato. Por ejemplo, La guerra de las galaxias no puede contarse con una frecuencia al estilo de Bergman".

Es indudable que vivimos en una época cada vez más acelerada. Y no sólo el cine, sino también otras formas artísticas, como la literatura, parecen haberse adecuado a los nuevos ritmos y formatos -las novelas también han agilizado su estructura-, tal vez para conseguir impactar de forma más o menos consciente en el cerebro y adquirir una mayor capacidad de influencia. Pero este proceso supone, al mismo tiempo, algún que otro inconveniente. "Para mi se está produciendo un daño, porque de esta manera el espectador se vuelve más pasivo, más perezoso, menos crítico y con menor capacidad de reacción. Ahora más que nunca un buen director y editor, con habilidad, pueden llevar al espectador donde ellos quieren y el público puede acabar relamente aturdido", advierte Mannoni. "El cine... ese invento del demonio" (Antonio Machado).


las peliculas más atrayentes para el cerebro:

Retorno al futuro
1985
Robert Zemeckis

La guerra de las galaxias: El imperio contrataca
1980
Irwin Winkler

Los ángeles de Charlie
2000
Joseph MGinty Nichol

La caza del Octubre rojo
1990
John McTiernan

La tormenta perfecta
2000
Wolfang Petersen

La guerra de las galaxias: la venganza de los sith
2005
George Lucas

Rocky IV
1985
Sylvester Stallone

39 escalones
1935
Alfred Hitchcock

Rebelde sin causa
1955
Nicholas Ray
Superman II
1980
Richard Lester
películas poco seductoras para el cerebro

 Escala en Hawai
1955
John Ford

La tentación vive arriba
1955
Billy Wilder

El regreso de la Pantera rosa
1975
Blake Edwards

Las uvas de la ira
1940
John Ford

Scary Movie
2000
Keenen Ivory Wayans

Trampa 22
1970
Mike Nichols

Las minas del rey Salomón
1950
compton Bennett y Andrew Marton

En la cuerda floja
2005
James Mangold


Escrito por Piergiorgio M.Sandri
Fuente: Revista "Estilos de vida" (LA VANGUARDIA)



DE:  http://www.lavaginadeprimida.com/2010/09/al-cerebro-le-gusta-el-cine.html


EN LOS OCHENTA SE RODÓ UN TIPO DE CINE IDEAL PARA LA MENTE HUMANA
Los expertos recuerdan que en ese período era difícil hacer cine de autor y es entonces cuando una generación de directores lanza un nuevo género. "En los años ochenta la industria de Hollywood llega a su clímax. Encuentra un equilibrio entre lo comercial y lo estilístico. Francis Ford Coppola, Martin Scorsese, Steven Spielberg, pero también otras figuras como Richard Donner, George Lucas, Robert Zemeckis… forman un grupo de artistas que alcanza la plenitud de su carrera. Ofrecen lo mejor de la llamada industria del entertainment",explica Enric Pardo, profesor de guiones del Escac de Barcelona. ¿Qué tienen estas películas de especial? "Estos filmes se apoyan en un trabajo de estructura impresionante y, al mismo tiempo, tratan temas clásicos", dice Pardo. "Un buen guión siempre tiene que tener un punto de inflexión y, por lo general, en la historia ha de producirse un vuelco. Digamos que en los primeros quince minutos vale todo, pero luego hay que procurar dar al espectador un fuerte agarre emocional. Ahora bien, este tipo de películas cuentan con unos arranques poderosos: la saga de James Bond, el desembarco inicial de los soldados de Salvar al soldado Ryan de Spielberg, o los comienzos de Indiana Jones, por poner un ejemplo, siguen esta pauta", añade. ...

Cine y Matemáticas

Descubren que las películas han evolucionado en el tiempo para que la duración se sus secuencias se ajusten al patrón de atención humano.

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Las películas cinematográficas se montan a partir se muchas secuencias. Salvo que la película sea una excentricidad sueca, koreana, vietnamita o iraní, de esas que tanto gustan a los críticos y tanto torturan al público, normalmente se trata de mantener la atención de la audiencia administrando convenientemente la duración de esas secuencias. Los humanos somos unos seres que normalmente huimos del aburrimiento y nos podemos cansar de casi todo (incluso de nuestra pareja). Una película con todas las escenas de una duración determinada nos aburriría, independientemente del tiempo de duración de las escenas o de la propia película.

Pues bien, James Cutting y su equipo de la Universidad de Cornell (Ithaca, Nueva York) han descubierto que el cine de Hollywood sigue una estadística que encaja cada vez mejor con nuestra capacidad de mantener la atención. Aunque, naturalmente, los directores, productores y montadores no son conscientes de ello, el cine sigue una ley matemática en este aspecto.

En el estudio analizaron 150 películas estrenadas entre 1935 y 2005, tanto dramáticas, como comedias, como de acción, midiendo la duración de sus secuencias (un trabajo un tanto laborioso). El patrón que encontraron seguía el mismo que controla la atención humana y que fue descubierto en los años noventa en la Universidad de Texas gracias a cientos de pruebas con unos voluntarios: el ruido rosa.

El análisis matemático se hizo echando mano de la transformada de Fourier que permite obtener el espectro de frecuencias de fenómenos oscilatorios. Comprobaron que la intensidad de las “ondas” aumentaba según decrecía su frecuencia, un patrón conocido como ruido rosa o fluctuaciones 1/f. Es el mismo patrón que, por ejemplo, Benoit Mandelbrot (el del conjunto homónimo) encontró en las inundaciones anuales del Nilo (antes de que la presa de Asuán las anulara y destruyera con ello la fertilidad de las tierras que antes anegaba). También se usa en música como señal de prueba en mediciones acústicas. El espectro del ruido rosa es semejante al espectro medio acumulado de la música sinfónica o de instrumentos armónicos como el piano o el órgano. También aparece en procesos físicos turbulentos. Se llama ruido rosa por una analogía con la luz, pues la luz blanca estaría enriquecida con rojos (frecuencias bajas) si se comportara como este tipo de ruido, y aparecería entonces de color rosa.
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Comparativa matemática entre distintas películas. Fuente: Attention and the Evolution of Hollywood Film; James E. Cutting, Jordan E. DeLong and Christine E. Nothelfer, Psychological Science published online 5 February 2010.

Lo más interesante es que encontraron que las películas han evolucionado en el tiempo y cada vez se ajustan más al ruido rosa 1/f. Cutting creer que la obediencia de las películas a ley 1/f se debe a que resuenan con el ritmo y duración de la atención humana. Asumido esto inconscientemente por los profesionales del medio, se impondría esta ley tanto al filmar como en la sala de montaje para así tener más audiencia.
Aunque películas de acción como “La jungla de cristal II” siguen la ley 1/f bastante bien, admirablemente lo rosa y lo negro no parecen relacionarse bien, ya que la excepción son precisamente las películas de cine negro, que generalmente no obedecen esta ley 1/f, y cuyas secuencias siguen más bien un patrón aleatorio. Por otro lado, una película en las antípodas (de temática y probablemente de calidad cinematográfica) como “Star Wars Episodio III” sigue la ley 1/f casi a la perfección. Quizás, al final, puede que los críticos tengan algo de razón, aunque una película iraní siga siendo una tortura para muchos.

Copyleft:  http://neofronteras.com/?p=3017

Fuentes y referencias:

Copia artículo original (en pdf).

Foto de cabecera: cartel de la película “Los sobornados”, Columbia Pictures.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La comprensión lectora de nuestros alumnos




FONT: http://www.lavanguardia.es/premium/epaper/20100914/54002933108.html

Gregorio Luri

La evaluación efectuada el curso pasado a los alumnos de 12 años no admite muchos matices. En torno al 30% no comprenden lo que leen. Es decir, no saben leer y, por tanto, están condenados a fracasar en la enseñanza secundaria. Pero en la medida en que las competencias lingüísticas son claves para el éxito en la vida adulta, eso significa que para estos niños la función de la escuela como ascensor social es, como mínimo, dudosa. Nuestra escuela parece más capacitada para satisfacer las demandas teóricas de algunos que para satisfacer las necesidades prácticas de los más desfavorecidos. Sí, nuestra escuela, tan progre ella, es profundamente clasista.

Precisamente porque los datos son malos, la evaluación permanente del sistema se impone como una necesidad si queremos saber de qué hablamos cuando hablamos de educación. Necesitamos datos fiables que nos permitan conocer dónde estamos y por qué, en un mismo contexto social, unas escuelas fracasan y otras no. Pero la introducción de una cultura de la evaluación se ve frenada por las suspicacias de quienes desprecian los datos estadísticos y lo que llaman despectivamente "resultadismo", alegando que las evaluaciones nunca son objetivas, cosa cierta; pero son mucho más objetivas que la falta de evaluación. Nuestro sistema escolar debería tener la valentía de dejar de observarse a sí mismo exclusivamente desde la altura de sus pretensiones y atreverse a medirse con la mediocridad de sus resultados.

Si queremos mejorar, debemos evaluar también nuestros métodos pedagógicos. Difícilmente mejoraremos nuestros niveles de comprensión lectora si seguimos pensando que la lectura es meramente un procedimiento, una destreza (lo que en inglés se entiende por how-to skill)que se adquiere de una vez por todas, como andar en bici. La comprensión lectora exige conocimientos (es una knowledge-based skill),así que cuantas más cosas sabemos, mejor leemos. Si queremos que nuestros alumnos mejoren su comprensión lectora, debemos ampliar su vocabulario en todas las áreas, no sólo en la clase de lengua, lo cual exige la convicción de que los conocimientos son importantes. Y no sé si al conceder mucha más importancia a los procedimientos que a los contenidos y el programa en la formación de los maestros, no hemos lanzado al niño con el agua del baño.

G. LURI, pedagogo

lunes, 13 de septiembre de 2010

"Creamos la realidad con nuestros pensamientos”

FONT : http://www.magazinedigital.com/reportajes/los_reportajes_de_la_semana/reportaje/cnt_id/5042
12/09/2010


ENTREVISTA A Joe Dispenza

Texto de Elisabet Bonshoms
Fotos de Xavier Cervera

Joe Dispenza experimentó en sí mismo las posibilidades de la mente para influir sobre el físico, tras sufrir un grave accidente a los 24 años. Durante décadas se ha dedicado a estudiar lo que se denomina neuroplasticidad, o capacidad del cerebro para modificar los circuitos que conectan las neuronas. Algo que permite cambiar lo que no gusta de uno mismo y mejorar como personas
Joe Dispenza estudió Bioquímica en la Universidad de New Brunswick (Nueva Jersey) y es doctor en Quiropráctica por la Life University de Atlanta (Georgia). Llena salas de conferencias en Estados y Unidos y Europa explicando de forma sencilla cómo cambiar. Cómo los pensamientos provocan reacciones químicas que influyen directamente en la salud y crean una realidad propia. Lleva décadas estudiando la neuroplasticidad, esa capacidad que tiene el cerebro de adaptarse a los cambios y modificar los circuitos que conectan todas las neuronas.


Él es un ejemplo vivo de su propio cambio. A los 24 años sufrió un grave accidente que afectó a sus vértebras dorsales. Le vaticinaron que se quedaría toda la vida en una silla de ruedas. Pero decidió no operarse y experimentar, en cambio, la capacidad de regeneración de su propio cuerpo. Coautor del filme récord de taquillas Y tú qué sabes, que trata sobre el poder de elegir, en junio ofreció un taller en la Universidad de Barcelona basado en su libro Desarrolla tu cerebro.

Alguien discute con su pareja y termina con un: “Soy así, no puedo cambiar”. ¿Qué le diría usted?

Que no es verdad. Se producen una serie de reacciones químicas en el cuerpo que hacen creer que no se puede cambiar, pero la evidencia de la ciencia dice todo lo contrario. Hay que olvidar la idea de que el cerebro es un órgano estático, rígido e inmutable. Sí, podemos cambiar.

¿Cómo? Cambiando de pensamiento. El interruptor que activa el cambio es la voluntad, porque desencadenará una nueva información. Cambiar es pensar de forma más amplia, trascender tu propio entorno. Es conectarte a un sueño, a una idea que ya existe en el campo cuántico de posibilidades. Es creer en ese futuro cuando todavía no se puede percibir con los sentidos.

¿Por qué es tan difícil cambiar?
Porque las reacciones emocionales son muy adictivas. Puedes decirte a ti mismo que no te gusta tu trabajo ni tu relación de pareja, que no te gusta nada de lo que haces y tienes en tu vida. Pero eso es una emoción que la mente ha memorizado para reafirmar su identidad. Esas reacciones químicas alteran nuestra percepción de la realidad e impiden la entrada de cualquier otro tipo de información en nuestro cerebro. Para cambiar hay que romper esa emoción.

Pero no es nada fácil cambiar los pensamientos.

Lo primero que hay que hacer es observarlos y relacionarlos con lo que te pasa en la vida. Así uno empieza a ver reflejados en su cotidianidad los efectos que ha creado con cada uno de sus ­pensamientos.

¿Por qué da miedo cambiar?

Porque eso supone pasar de una situación cómoda y predecible a otra desconocida. La mayoría de las personas sueñan con emprender cosas nuevas, pero no pasan a la acción, se quedan en el plano intelectual. ¿Cómo podemos realizar estos proyectos si seguimos apegados a lo familiar y convivimos con esta vieja personalidad? Para experimentar algo nuevo tenemos que arriesgar, dejar el territorio de lo predecible y entrar en el terreno de la incertidumbre.

¿Qué se debe cambiar para crear una nueva vida?

Hay que cambiar no sólo lo que se piensa y se hace sino también cómo se siente. Uno no puede esperar que pase algo diferente en su vida si tiene los mismos pensamientos, hace las mismas cosas y abraza las mismas emociones cada día. Si somos capaces de cambiar la interpretación de nuestra realidad, nuestro cerebro trabajará con nuevas secuencias y patrones. Y eso es lo que cambia la mente, porque la mente es el cerebro en acción.

¿La neurociencia puede demostrar que los pensamientos crean el camino?

El modelo neurocientífico dice que podemos cambiar en cualquier momento de nuestra vida. Cambiaremos nuestro cerebro con cada nuevo pensamiento, con cada nueva experiencia, con cada sueño que persigamos. El ingrediente principal es la información, el conocimiento. Cada vez que aprendemos algo nuevo añadimos una nueva conexión en nuestro cerebro.

¿Cómo se puede enseñar a los hijos a no ser personas definitivas, a vivir en el cambio?

Lo primero es enseñarles inteligencia emocional, enseñarles a controlar las emociones y decirles que las emociones son lo que nosotros somos.

En segundo lugar no hay que enseñarles nada que nosotros no seamos capaces de hacer. Los niños se fijan más en lo que hacemos que en lo que decimos porque tienen más activas un tipo de neuronas llamadas neuronas espejo, que copian lo que hacemos. Si quieres que estén de acuerdo con el cambio, demuéstrales lo versátil que eres, y así serán independientes.

En tercer lugar, no se debe intentar razonar con los hijos durante una reacción emocional porque te van a dejar solo. Hay que permitirles la libertad de tener esa reacción y hacerles saber que se les está observando. Al cabo de un rato se les debe hablar sobre lo que uno quiere cambiar de sí mismo y crear el entorno para que ellos empiecen a observar quiénes son, sin juzgarlos. Y preguntarles qué harían diferente si vivieran de nuevo la misma experiencia. De esa forma se empieza a cambiar su cerebro y su cuerpo mucho más allá de la experiencia presente. Y se les da confianza para que empiecen a abrirse a su propio potencial.

¿En cada momento se vive lo que uno ha creado con sus pensamientos?

Sí. Sin duda. Somos los creadores de nuestras realidades. El problema es que la mayor parte del tiempo son nuestros pensamientos inconscientes los que crean esa realidad. Son programas que funcionan justo debajo de nuestra conciencia y que memorizan comportamientos, pensamientos y reacciones emocionales. Estos son los que crean esa química que nos hace reaccionar siempre de la misma manera.

Pero nadie quiere vivir una enfermedad o un accidente, por ejemplo.

Uno mismo no crea ese accidente o esa enfermedad de forma consciente, pero quizás ha estado pensando inconscientemente cuán terrible es su vida, cuánto está sufriendo, lo triste que se siente, cuánto dolor tiene dentro… Ha creado, en su subconsciente, un refuerzo de las emociones de dolor y sufrimiento, y eso se refleja fuera, en su vida, en un accidente o enfermedad. Hay algo importante: nunca debemos culparnos por nuestras creaciones, todo es aprendizaje.

La clave es cambiar el propio estado emocional…
Las emociones son experiencias que el cuerpo memoriza. Si una persona está viviendo con las mismas emociones cada día, es que no le está ocurriendo nada nuevo. El cuerpo cree que está en la misma experiencia todo el día. La redundancia de este ciclo entrena al cuerpo para estar en el pasado en vez de en el momento presente, y la persona, con sus pensamientos, vuelve consistentemente al pasado porque su emoción está conectada al pasado. Cuando una persona quiere cambiar intenta pensar en un futuro, pero las emociones le devuelven al pasado. Por eso es tan importante cambiar nuestro estado emocional.

¿Las enfermedades, las crisis, las pérdidas hay que verlas como un trampolín para cambiar?

Esos traumas, esas crisis, son, efectivamente, catalizadores del cambio. Una gran mayoría de las personas requiere de un estado de sufrimiento para decidirse a cambiar. Pero también podemos cambiar desde un estado de bienestar y de alegría mediante el proceso de soñar una nueva vida. No es cierto que nuestro destino se encuentre escrito en los genes.

¿Cuál es el mayor factor desen­cadenante de las enfermedades?

Entre un 75% y 90% de los occidentales acude al médico debido al estrés emocional. Emociones que se esconden detrás del estrés y que tienen que ver con el enfado, la frustración, el odio, el juicio, el dolor, el sufrimiento, la culpa, la desesperanza, el miedo, la ansiedad, la falta de poder, la inseguridad… Si estás ante un reto, tu cuerpo crea un montón de reacciones químicas para movilizar esa energía. Esencialmente, los pensamientos y las emociones pueden hacernos enfermar, pero si nos hacen enfermar también nos pueden sanar.

Los humanos saben que quieren cambiar, pero la mayoría de las veces no tienen la evidencia de lo que quieren ser o hacer.

Es cierto. Cuando no sabes qué quieres ser o hacer, primero debes decidir quién no quieres volver a ser, de qué modo no quieres volver a pensar jamás, cómo no quieres sentirte y cómo no quieres actuar. Tienes que empezar a crear y reinventarte a ti mismo, romper el hábito de ese yo antiguo y reaprender. El pensamiento positivo no es suficiente, hay que entrar dentro de uno mismo y empezar a deconstruir.

Usted tuvo un accidente muy grave de joven, y los médicos le dijeron que no volvería a andar. ¿Por qué creó ese accidente y cómo lo superó?

A mis 24 años vivía una vida de éxito y bienestar que yo creía que era completa. El accidente fue probablemente una de las mayores bendiciones de mi vida, porque me llevó a cuestionar mis valores y a empezar a pensar en mis prioridades. Cuando te rompes seis vértebras dorsales y tienes fragmentos óseos en la médula y cuatro médicos te dicen que nunca más vas a volver a andar, no vuelves a vivir una vida normal. Llegué a comprender principios universales que me parecían pura teoría filosófica. Me aconsejaron que me operara, pero decidí no hacerlo y experimentar, en cambio, lo que sentía, ser coherente con mi pensamiento. Pensé que el poder que hizo el cuerpo cura el cuerpo, base de la filosofía quiropráctica. Hay una inteligencia en cada ser humano que nos da vida, y conecté con esa inteligencia durante todo el tiempo, sin hacer nada más que dedicarme a mi curación. No podía imaginar mi vida con hierros en la espalda y viviendo de medicinas. Quería dar a esa inteligencia un plan muy específico y que ella hiciera lo mejor para mí. Los átomos son nada en un 99,999 por ciento, nada material, pero lo son todo en potencia. Esa inteligencia organiza todo eso. Cuando empecé a notar cambios en mi cuerpo, físicamente, presté mucha atención a lo que hacía con mi cuerpo y con mi mente y lo repetí y repetí hasta que la repetición de ese ciclo empezó a sanar mi cuerpo.

¿La repetición es la base para crear cualquier realidad más elevada?

La grandeza es creer en ese futuro que existe más allá de nuestros sentidos y mantenerlo vivo en nuestra mente hasta que el evento realmente sucede. ¡No creamos las cosas porque no creemos que seamos capaces de hacerlo! Las personas no comprenden que los pensamientos producen grandes efectos en sus vidas. Quizás tengan algunos pensamientos conectados a un estado elevado de emoción, ¡pero sólo durante 15 minutos al día! Y se preguntan: “¿Cómo no ha sucedido el cambio todavía?”. Es porque las otras 23 horas y 45 minutos, su mente está vagando por todas partes: están enfadadas, negativas, juzgando. Para actuar sobre la realidad tenemos que alcanzar estados más elevados de conciencia y dejar entrar emociones nutritivas, como la gratitud, la alegría, la apreciación de las cosas. La dificultad reside en cómo llegar a ese punto, porque la mente analítica dirá: “¿Por qué voy a dar las gracias o estar alegre si no me ha pasado todavía?”. Eso es el antiguo modelo de pensamiento. Muchas personas, secretamente, creen en su propio poder, pero nunca hacen un hueco para saber realmente qué quieren.

¿Tiene mucho que ver la meditación en este proceso?

La meditación es el primer paso para producir cambios. Es una técnica que enseña a observar los pensamientos y aquietar la mente. Te lleva a saber dónde estás y a cambiarte a ti mismo, porque cambia la relación entre la mente y el cuerpo. En ese estado del ser donde sólo hay conciencia estamos produciendo un campo electromagnético que afecta a ese cambio. Después de meditar es imposible tener mal humor.

¿Qué efecto produce el silencio mental en las células?

El lóbulo frontal del cerebro (lo que denominamos tercer ojo) es la última pieza de nuestro sistema neurológico. Cuando nuestra parte divina controla nuestra parte animal, el cerebro cambia fisiológicamente. En experimentos con monjes budistas rezando se ha comprobado cómo el lóbulo frontal aísla ese control animal y, en consecuencia, silencia el resto del cerebro, enfría las células cerebrales que tienen que ver con el tiempo y el espacio, con el cuerpo y con nuestra identidad. Entonces no se procesa nada más. A eso lo llamamos paz. A través del silencio pasamos de ser alguien con opiniones o juicios a un campo cuántico donde somos no alguien. Ahora la mayor parte de la humanidad está preparada para alcanzar ese campo.

Si el mundo es un reflejo de lo que sucede a las personas, ¿se podría decir que el ser humano está viviendo una revolución celular?

Estamos en un tiempo en la historia donde el cambio tiene que ocurrir. Pero para hacer que algo nuevo ocurra, lo viejo tiene que morir. Muchos paradigmas están colapsados: los modelos político, médico, económico, medioambiental… El ser humano debe empezar a hacerse preguntas más importantes y dejar de creer en superestructuras… Es tiempo para los individuos.

¿A qué se debe la falta de liderazgo de los políticos? ¿Están perpetuando viejas estructuras?

Las emociones que la mayoría de nosotros tenemos y que crean esas situaciones de egoísmo que hemos comentado, desafortunadamente, son las mismas que tienen nuestros líderes. No puedes dar la paz en una iglesia y salir pisando a los demás al salir porque tienes prisa. Esa es una típica oposición entre el cuerpo y la mente, no hay coherencia entre lo que dices, lo que haces y lo que piensas.

Si existe una mente común, una red de pensamiento a la que toda la gente está unida, ¿con qué pensamientos se podrían crear nuevos líderes?

La sustancia que unifica las células y el universo entero es el amor. En una neurona se puede observar cómo una cierta cantidad de esa sustancia desconecta los patrones antiguos de pensamiento. Se da cuando empezamos a tomar decisiones que consideran al todo. Primero hay que sentir amor por uno mismo y, en consecuencia, amamos todo lo demás. Si no nos gustan ciertas cosas, debemos eliminarlas antes en nosotros.

¿Es posible que la actual crisis se materializara porque muchas mentes la crearon con sus pensamientos?

Como científico, le digo que sí, ¡evidentemente! La crisis ha estado en la mente de todas esas personas.

¿Cómo será el cerebro de un hombre consciente?Tendrá muchas más conexiones sinápticas, las que comunican entre sí la información que contienen las neuronas. Veremos el cerebro trabajando en una forma de pensamiento más coherente, con transmisiones neurológicas mucho más rápidas. El lóbulo frontal estará completamente conectado con el subconsciente, y tendremos neurotransmisores secuenciados desde la glándula pineal, que mejorarán nuestra percepción de la realidad. Quizás algunas personas estén a las puertas de un cambio de potencial de su cerebro. Lo único que sé es que no puedes esperar a que el cambio se produzca. Tienes que actuar sobre él. Dios no te elige, tú te eliges.

UNA VISIÓ CRÍTICA DE JOE DISPENZA I L'ESCOLA RAMTHA DE LA IL·LUMINACIÓ


http://cerebrodarwin.blogspot.com/2008/01/el-timo-de-la-escuela-de-iluminacin.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Judy_Zebra_Knight

domingo, 12 de septiembre de 2010

Cambiar el cerebro para cambiar el mundo



REDES 24-04-2010
Estamos programados, más que cualquier otro animal, para cambiar, para aprender y para dejar que nuestro entorno moldee el sustrato de nuestros pensamientos: el cerebro. Si queremos mejorar nuestro comportamiento con los demás y con nuestro entorno natural habrá que trabajar en ello desde los primeros años, como hacemos para aprender a hablar o a tocar un instrumento. En Redes, escuchamos las propuestas de Richard Davidson, neuropsicólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison, para mejorar la educación. Con el psicólogo Daniel Goleman, también descubriremos cómo consumir en el futuro para ser unos mejores huéspedes de este planeta.