jueves, 9 de diciembre de 2010

El misteri del cervell segons Damasio

ANTONIO DAMASIO

El mago del cerebro

LUÍS MIGUEL ARIZA

El cerebro humano es un misterio dentro de otro, formado por 100.000 millones de neuronas
“La modulación de las emociones humanas es producto de la cultura. Es una consecuencia de la conciencia”
 
“Cuando percibes lo que te sucede, surge el sentimiento. Emocionar es actuar.Sentir es percibir”
“Si destruyes la parte posterior del tallo cerebral, destruyes la conciencia. Puede que nunca salgas de ese estado vegetativo”


EL PAÍS, 07/11/2010

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El 13 de septiembre de 1848, el capataz Phineas Gage, un joven muy apuesto, con el pelo oscuro y facciones de modelo, sobrevivió de forma increíble a un espantoso accidente. Contaba 25 años, y aquel día trabajaba en la construcción de una línea de ferrocarril en Cavendish, Vermont (Estados Unidos). Su tarea era peligrosa. Tenía que nivelar el terreno, para lo cual los operarios taladraban agujeros en la roca, los rellenaban con pólvora y cubrían con arena. Gage seleccionaba los agujeros para colocar los explosivos y la mecha, y usaba una larga barra de hierro para compactar la mezcla de arena y pólvora. Quizá oyó algo que lo distrajo momentáneamente, pero lo cierto es que hincó su vara en el siguiente taladro antes de que su ayudante lo rellenase de arena. La chispa consiguiente causó una explosión y la barra de hierro salió fulminantemente de sus manos. El proyectil, de tres centímetros de grosor y 109 de longitud, entró por debajo de su mejilla izquierda, rasgó su cerebro como si fuera mantequilla y escapó por la parte superior del cráneo. Gage se desplomó fulminado, mientras que la barra que había atravesado su cabeza caía a más de veinte metros a sus espaldas. Sus ayudantes, horrorizados, pensaron que había muerto al instante. Se quedaron asombrados cuando comprobaron que el hombre recuperaba la consciencia y ¡les hablaba! Logró caminar apoyándose en ellos, y fue trasladado en un carro de bueyes hasta su casa. Los testigos narraron que Gage se bajó sin ayuda.


 
El primer practicante, horrorizado al verlo, se quedó estupefacto cuando el joven con la cabeza agujereada le dijo tranquilamente que "ahora tendría bastante trabajo". Su médico personal, John Harlow, cortó la hemorragia una hora después y le salvó la vida. Gage, un joven responsable, inteligente y muy bien adaptado socialmente, se recuperaría a los pocos meses. Podía caminar y valerse por sí mismo, y conservaba su inteligencia intacta. Se expresaba sin dificultad, y su capacidad de aprendizaje estaba inalterada. Tampoco tenía problemas con la memoria. La gente susurraba la palabra milagro a su alrededor. Fue una ilusión. Algo cambió. De ser un hombre responsable y apreciado, se convirtió en un sujeto irreverente, caprichoso, irresponsable y sin honor, incapaz de llevar a cabo sus planes. Gage perdería su empleo y terminaría cayendo en lo más bajo, convirtiéndose por un tiempo en una atracción de feria del empresario P. T. Barnum, que regentaba un museo de curiosidades humanas en Nueva York. Nunca se desprendería de la barra de hierro que le hizo famoso, pero moriría años después entre ataques epilépticos y la indiferencia.

A los ocho años de su muerte, el doctor Harlow sugirió que esa barra había destruido zonas de la corteza cerebral situada en la parte izquierda del lóbulo frontal, lo que podría explicar el cambio de la personalidad de Gage, un hombre "atrapado entre sus frías facultades intelectuales y sus propensiones animales". Era una idea revolucionaria sobre cómo el cerebro manejaba aspectos superiores de la personalidad humana, pero pasó inadvertida. Siglo y medio después, en 1994, el científico Antonio Damasio publicaría un artículo crucial en la revista Science, en el que reconstruía la trayectoria exacta de la barra a través del cráneo y el cerebro de Gage en una recreación tridimensional por ordenador. Damasio mostró que los daños en estas zonas prefrontales de la corteza eran responsables del manejo de las emociones y el proceso de toma de decisiones. Estos daños explicarían de forma precisa el profundo cambio del carácter de Gage, el paciente más famoso de la neurología.

Damasio (Lisboa, 1944) es el neurocientífico que más ha revolucionado el estudio de la base cerebral de las emociones en los últimos treinta años. Podría decirse que es uno de los neurocientíficos más globales en un mundo globalizado, con una formación humanística de la que se enorgullece. Siente devoción por Espinoza y Descartes, grandes pensadores enfrentados –el primero afirmó que la materia era divina en sí, mientras que el segundo inventó el dualismo entre cuerpo y alma–, y admira a Shakespeare. El cerebro humano es un misterio dentro de otro, formado por 100.000 millones de neuronas, y Damasio piensa, a diferencia de muchos de sus colegas, que siempre ha sido el bosque, y no los árboles, lo que cuenta. Hay algo en la dignidad de los seres vivos y en el hombre que le impide pensar que somos, en última instancia, el resultado de un conjunto de reacciones bioquímicas entre neuronas por muy sofisticadas que estas sean. El cerebro, dice, es más que la suma de todas las partes, un espejo que no solo refleja nuestra individualidad; en él cabe una sociedad o hasta la entera humanidad. Son conclusiones a las que Damasio ha llegado después de convertirse en el pionero más importante del siglo XX en la investigación emocional. "Una gran parte de mi trabajo ha sido convertir el estudio de los sentimientos en algo científico que nos permita comprender mejor el comportamiento humano", explica.

Hace poco menos de un cuarto de siglo, cuando la investigación del cerebro estaba sumergida en el racionalismo más absoluto, estudiar científicamente un sentimiento –la propuesta de Damasio– podía levantar más de una sonrisa educada. Ahora, las emociones y su base cerebral atraen simposios e investigadores como un imán. El prestigioso investigador Kerry Ressler, del Instituto Médico Howard Hughes, en Maryland (Estados Unidos), no duda en calificar a Damasio como "un líder que recoge la imagen global en neurociencia para permitirnos comprender cómo surgen las funciones más complejas", según relata a El País Semanal por correo electrónico.

Damasio habla bajo, con suavidad. No parece alguien dado a enfadarse, pero no hay que confiarse. El día amanece cubierto por nubarrones que amenazan tormenta. Damasio ha acudido a Barcelona para presentar su último libro, Y el cerebro creó al hombre (Destino). Salta a la vista que las entrevistas promocionales le cansan, pero tras deslizarnos felizmente por nuestra primera hora de conversación, trato de averiguar qué cosas le irritan. Al fin y al cabo, sentirse molesto por algo es una de las emociones humanas más comunes. "Hay pocas cosas. Cenar en un restaurante y que a alguien le suene el teléfono móvil cerca, el sonido. La gente usa cada vez más los móviles, y parecen idiotas hablando consigo mismos mientras caminan en la calle. Es algo tan innecesario… hace diez años, la gente no los tenía y vivía felizmente. Lo hacemos simplemente porque disponemos del aparatito. Hay compañías que están haciendo un montón de dinero. Y la cosa va a peor. Algunas aerolíneas ya permiten el uso de teléfonos celulares en los aviones. Estás volando, y en el aire, además de soportar el ruido de los motores, tienes que oír a la gente discutiendo con su suegra sobre los problemas con los hijos".

La cháchara es lo que más disgusta a uno de los maestros de las emociones humanas, que ha trasladado su estudio desde el ámbito filosófico –una tradición de siglos– a la neurociencia, mostrando cómo nos emocionamos en las pantallas de los escáneres, y rastreando los circuitos cerebrales que hay detrás. Fue precisamente el estudio de las lesiones neurológicas y la forma en la que afectan al comportamiento en los pacientes –entre ellas, la pérdida del lenguaje por daños en el lóbulo temporal izquierdo, algo que observó el científico Paul Broca ocho años después de la muerte de Gage– lo que llevó a Damasio y a su esposa, Hanna, a construir sistemáticamente una base de datos de enfermos a finales de los años setenta en la Universidad de Iowa. "Necesitábamos un método para adquirir información. Uno de ellos era el estudio de las lesiones neurológicas en los pacientes". Posteriormente, en las dos décadas siguientes, y con las nuevas técnicas de imagen cerebral –el escáner de emisión de positrones o la resonancia magnética funcional, fabulosas ventanas al cerebro en pleno funcionamiento–, Damasio y su mujer pudieron rastrear los cerebros de voluntarios sanos y establecer comparaciones, investigando el lenguaje, la memoria, la percepción visual, y cómo se comportaba el cerebro cuando tenía que tomar una decisión. Fue aquí cuando descubrieron la tremenda importancia de las emociones.

¿Como ocurrió? Había un enfermo en particular que de forma muy ostensible tomaba decisiones muy equivocadas después de sufrir un daño en el lóbulo frontal. Pero era muy inteligente, tenía muchos conocimientos. Su memoria y lenguaje eran normales. Excepto que sus emocionesno eran normales. Así que eso me dio la idea de que esas emociones anómalas podían jugar un papel en sus decisiones.

¿De qué forma se comportaba ese enfermo? Hablabas con él y notabas que era muy inteligente. Pero fuera de la conversación hacía locuras, como invertir su dinero en negocios que obviamente se iban a derrumbar, o relacionarse de manera muy extraña con su esposa. Cuando le tocaba actuar en la vida real, tomaba la decisión equivocada. Lo que es fácil para nosotros le llevaba una eternidad. No sentía ese pálpito que te dice: "me gusta". Vas a un restaurante, lo ves y piensas: de acuerdo. Ese paciente y otros muchos no lo veían así. Se pierden en preguntas como ¿es un buen menú? ¿Está bien de precio? ¿Es buena la relación entre el menú y el precio? ¿Está muy lejos el restaurante? ¿Está lleno? ¿Vacío? ¿Por qué está vacío? Si lo está, es bueno porque siempre tienes sitio. Pero si está vacío, es porque el restaurante no es bueno… es un proceso interminable de discusión. Sus daños se localizaban en una región llamada corteza prefrontal ventral medial, el lugar donde las emociones y el proceso intelectual interactúan.

Usted ha hecho trizas el cliché de que para tomar las decisiones adecuadas hay que dejar las emociones a un lado. La lógica del doctor Spock en la serie 'Star trek'. Si tengo que despedir a alguien, hay que ser frío. O en una decisión de negocio, cuidado con lo que sientes. Que no te afecte. En los negocios necesitas de las emociones para tomar las decisiones adecuadas. Si tienes que despedir a empleados, sabes cuál es la lógica y la emoción que te impulsa a hacerlo, y que en el momento no puedes ser un sentimental. Son procesos emocionales e intelectuales. Es cierto que hay determinadas emociones que conviene ocultar. En la Bolsa, cada cierto tiempo hay un crash bursátil, un exceso de miedo que hace que te retires del mercado. Y no es inteligente. Si eres menos miedoso y aguantas, te vas a beneficiar cuando el mercado se recupere. Si controlas el miedo, puedes tomar decisiones ventajosas. Pero si no sientes miedo, no hay forma de saber cuándo parar. Y quizá llegue un momento en el que tengas que retirarte del mercado,pero no tendrás esa posibilidad. No es cierto que lo mejor sea no sentir nada. Pero hay ciertas emociones que a corto plazo es mejor no tener, como exceso de miedo.

De acuerdo. ¿Podemos educar nuestra respuesta emocional aunque surja de manera visceral? Hasta cierto punto, sí. No puedes aprender a emocionarte, a estar triste, alegre, compasivo, todo eso ya está en el cerebro. Pero el grado en el que esas emociones se expresan puede educarse, aprender a modularlas.


Ponga un ejemplo. Si tienes miedo a volar, puedes ir a una escuela que tenga un simulador de vuelo en el que te expongas a las turbulencias, a los despegues y aterrizajes...y si comprendes lo que sucede, aprendes a desensibilizar estas emociones hasta un cierto punto.


Si podemos modular nuestra respuesta emocional, ¿cree que es un logro que nos distingue de los animales? Definitivamente. Hay animales muy inteligentes que no pueden modular sus emociones. La modulación de las emociones humanas es producto de la cultura. Es una consecuencia de la conciencia. Un buen ejemplo es la violencia. En la sociedad occidental, ahora somos menos violentos que hace sesenta años o que cinco siglos. El control de la violencia es el resultado de la modulación de las emociones.


En el mundo hay decenas de conflictos armados y las noticias nos inundan con violencia. Sí. Pero no hay duda de que había más violencia en los tiempos de Enrique VIII que hoy día. Y nuestra tolerancia a la violencia va cayendo. En todos los países occidentales, la violencia doméstica se aceptaba, pero ahora no se tolera. En términos de orientación sexual o de raza, se intenta aceptar a gente diferente del resto. Es un fenómeno cultural, pero requiere de un control emocional. Lo diferente siempre crea agresión, pero puedes controlarla.


Usted ha comentado que esa autorregulación de la sociedad imita el trabajo que hace el cerebro para conservarnos vivos. Lo llama homeostasis cultural. Hay dos niveles. Uno regula los latidos del corazón, la circulación de la sangre, la presión sanguínea, las defensas, la digestión, el sistema hormonal… y no podemos interferir. La homeostasis nos aleja de estar muy calientes o muy fríos. Nos proporciona la sensación de hambre, por lo que dentro de poco tendremos ganas de almorzar en vez de charlar, o sed. Está dada por los genes. Nuestra conciencia no tiene nada que ver. La otra homeostasis es social, nos permite tener justicia, prosperidad, economía, partidos políticos, medicina y tecnología. Sin conciencia, nunca podríamos haber creado la homeostasis social. No tendríamos cultura. Para ello necesitas saber. Y ser consciente. La conciencia nos permite saber, y en su mayor extremo nos da la cultura, que nos mejora como seres humanos. Y todo depende de ciertas partes del cerebro trabajando en conjunto. Algunas están en la corteza cerebral, otras se encuentran debajo de ella.

El cerebro esconde celosamente sus misterios. Cuando se alteran los circuitos que controlan el movimiento, surgen los temblores del Parkinson. Si las memorias se destruyen catastróficamente, el mal de Alzheimer termina borrando la personalidad. La depresión nos hunde y no sabemos por qué, pero hay una causa en el cerebro. La esquizofrenia, donde los sueños se convierten en delirios que invaden lo cotidiano, es una realidad creada por el cerebro. Hay también un cerebro vicioso que busca el placer y vibra con la recompensa, cuyo estudio descubre por qué una persona enganchada a las drogas "no puede controlar el impulso de tomarlas incluso cuando confiesa que ya no producen placer", en palabras que Nora Volkow, del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de Estados Unidos, declaró en el programa del periodista norteamericano Charlie Rose.

Un cerebro en cuya corteza aparecen milimétricamente representados los mapas de los sentidos. Y un cerebro que, convenientemente excitado, rescata lo que creíamos olvidado. A mediados del pasado siglo, el neurólogo Wilder Penfield quedó asombrado cuando, al estimular una zona del lóbulo temporal de uno de sus pacientes epilépticos, evocó en su cabeza la canción que su madre le cantaba por Navidad. También está el cerebro agresivo. En un estudio mucho más reciente sobre adolescentes, el psicólogo Nicholas Allen, de la Universidad de Melbourne, en Australia, descubrió que los muchachos que discutían con mucha más vehemencia con sus padres en sesiones controladas poseían amígdalas inequívocamente más grandes según el escáner (las amígdalas son estructuras en forma de almendra y están situadas bajo el córtex). Hay un cerebro intelectual. "De las partes del cerebro que comprendemos, la del lenguaje complejo, que nos permite funcionar a un nivel social más alto y transmitir habilidades y educación, es la que más nos diferencia como humanos", opina Kerry Ressler. Y un cerebro moral, donde caben sentimientos de compasión, admiración y vergüenza. "Los mandamientos no están esculpidos en piedra, con referencia a las tablas de la ley de Moisés, sino en la masa gelatinosa que es el cerebro", asegura el profesor Francisco Rubia, director del Instituto Multidisciplinar de la Universidad Complutense y miembro de la Real Academia de Medicina. La moral y las emociones aparecen relacionadas. Y Rubia señala su probable geografía, la corteza cerebral ventromedial de la región prefrontal, es decir, el vientre medio de nuestra frente.

Las emociones y la razón forman una alianza. Damasio y sus colegas examinaron las respuestas de seis personas en cuyos escáneres cerebrales aparecían daños en estas regiones del cerebro por culpa de un tumor o un derrame. ¿Sería usted capaz de arrojar a alguien por la borda para salvarse a sí mismo o a los demás? ¿Sacrificaría a un inocente, un rehén, con tal de salvar su vida o la de otros? ¿Cuál sería su reacción? La idea de matar a un inocente causa repugnancia. Pero esas seis personas no sentían compasión, de acuerdo con el análisis de sus respuestas, según recoge el estudio que publicó Nature hace unos tres años. Estaban liberados de cualquier influencia emocional a la hora de tomar una decisión racional.

Damasio asegura que, en condiciones normales, los seres humanos tenemos dos formas de funcionar: o estamos conectados en línea y nos emocionamos por lo que vemos y oímos en el momento, o bien desconectados (off line) cuando rescatamos un recuerdo y colocamos entonces esa memoria en posición de encendido junto con la emoción asociada. Al acordarnos de la muerte de un ser querido, el recuerdo trae el dolor. Para entender cómo operan estos dos modos, le propongo un juego. ¿Qué me sucedería si, mientras charlamos, alguien liberase encima de la mesa que nos separa una mamba negra, la serpiente más venenosa de África? "Tu cerebro percibe el objeto que va a causar la emoción. Es un objeto competentemente emocional, y va a producir de manera automática, y sin interferencias de tu propia conciencia, una serie de reacciones. Vas a cambiar de postura, a alarmarte, a experimentar cambios en el rostro. El ritmo de tu corazón se acelera. Hay cambios en tus vísceras. Tu piel palidece. O te quedas paralizado, o corres. Dependerá de las circunstancias. En tu riego sanguíneo se bombea cortisol para que movilices una gran cantidad de energía y correr. El cerebro lo hace de forma automática, no puedes interferir. Y te das cuenta de qué ocurre al quedarte de piedra o correr por el miedo a esa serpiente. Todo sucede con mucha rapidez, en menos de un centenar de milésimas de segundo".


Por eso no se puede predecir si uno saldrá de estampida o no. Correcto. Si fueras un soldado con entrenamiento de combate, sería más fácil que elijas quedarte quieto o escapar. Has educado el sistema para lo uno o lo otro. Francamente, si tuviéramos aquí una serpiente, no tengo ni idea de lo que me ocurriría. Nunca he tenido la experiencia, no sé si me quedaría quieto o no. ¡Espero salir corriendo!

¿Se ha encontrado alguna vez en una situación muy peligrosa? En una ocasión, en un avión que pensé que se iba a estrellar. Fue hace treinta años. Estaba atado a mi asiento y muy asustado. Pero no podía hacer nada, con mi cinturón de seguridad abrochado, y el avión haciendo todas esas cosas tan divertidas… todo el mundo estaba convencido de que se estrellaría.

En su libro insiste en diferenciar lo que es una emoción de un sentimiento. La emoción es un programa de acciones. El sistema nervioso humano, o cualquier sistema nervioso, se involucra en una serie de acciones para protegerse. Bien mediante la defensa frente a la amenaza, o proporcionando una oportunidad para alimentarse o para el sexo. Evita la muerte y hace cosas beneficiosas. Luego está la lectura de esa acción. Cuando percibes lo que está sucediendo en tu cuerpo, cuando tienes esa emoción, entonces surge el sentimiento. Emocionar es actuar. Sentir es percibir. Ambas cosas están relacionadas. Una emoción en líneas generales es un sentimiento, pero se refiere a la acción, mientras que el sentimiento es la percepción de esa acción.


¿Existe algún lugar dentro de la geografía de nuestro cerebro que nos diga si tenemos madera de héroe o de villano? Bueno, eso sería ciencia-ficción. Es demasiado complejo. Hay partes del cerebro que procesan aspectos de las emociones de forma muy automática, y otras en las que percibes lo que te está pasando. Y luego están todos los conocimientos que has adquirido, nuestra conversación, que no va por los sistemas automáticos. Tenemos toda una cultura construida. Usted y yo tenemos algunas ideas sobre lo que debe ser un héroe o un cobarde. Y sabes cómo usar ese conocimiento para, o bien dominar tu comportamiento y decidir algo independiente del mecanismo automático, o simplemente pensar que no quieres ser un héroe y me voy a quedar quieto para salvar la vida. Todas estas cosas se piensan a posteriori. Lo que le digo a mis lectores es que uno no puede entender la conciencia en base a una sola situación. El comportamiento humano está organizado en capas. Cuando hacemos algo, o alguien nos hace algo, cada capa suscita una reacción, algunas de las que somos conscientes y otras no. Es una cadena de respuestas y críticas.


¿En qué lugar de nuestro cerebro se hace una lectura de todas estas emociones? Hace unos veinte años propuse un lugar, la ínsula o corteza insular (una estructura situada debajo de la fisura que separa el lóbulo frontal y temporal), que hoy es una de las más observadas. La ínsula elabora un retrato de cualquier emoción que asalta al cuerpo. Otra más reciente, de la que no se ha hablado mucho, es el tallo cerebral. Es ahí donde se elaboran los retratos de los sentimientos más primarios. Y todo lo que allí sucede es redibujado en la corteza cerebral.


¿Cómo definiría la conciencia? Es lo que le permite a uno darse cuenta de sí mismo y de los demás. Depende de la mente y del proceso consciente. Es muy importante y complejo en los seres humanos. Implica al lenguaje, a la memoria.


¿Se puede hablar de una geografía de la conciencia? Esa sugerencia me gusta mucho. Incluso me la planteé para titular el libro. Si destruyes la parte posterior del tallo cerebral en humanos, destruyes la conciencia. Entras en un estado vegetativo del que quizá nunca te recuperes. Es una parte muy importante del cerebro que genera conciencia. Si pierdes algunas partes del encéfalo, o ciertas partes de la corteza cerebral, como la corteza media posterior, vas a perder la conciencia. Son partes muy importantes para construir el sentimiento de sí mismo, de ser consciente, del Yo autobiográfico.


¿Y de la moral? El avergonzarse, la admiración, o la culpa. Todos se localizan en el córtex prefrontal. Sentimientos como la compasión o la admiración, conectados con el tronco cerebral, producen ese tipo de emociones.

Damasio investiga ahora en la Universidad de California del Sur en Los Ángeles (Estados Unidos) junto con su mujer, Hanna, a la que conoció cuando cursaba sus estudios en Portugal. En el campus de la Universidad se alza, desde 2006, el Instituto del Cerebro y Creatividad (en inglés, Brain and Creativity Institute), donde, armado de la tecnología más sofisticada para visualizar el cerebro en pleno funcionamiento, se intentan ubicar el procesamiento de las emociones y demás funciones. Muchos quisieron ver en el cerebro una computadora húmeda, desde los años de los pioneros de la inteligencia artificial (IA) como Marvin Minsky, en los años cincuenta. Roboticistas como Hans Moravec siguen apostando por máquinas emocionales que superarán algún día al cerebro humano. Para Ressler, la analogía con el ordenador es "limitada, aunque razonable. Hay similitud en cómo almacenamos los recuerdos y cómo se memorizan en una computadora. A nivel molecular, ambos usan un proceso físico". Por supuesto, hay diferencias en la forma en que se comunican las neuronas y cómo piensan los procesadores de silicio. Para el profesor Rubia, "es probable que podamos replicar algún día el cerebro del hombre en una máquina, no hay que ponerle puertas al campo". Pero los obstáculos no son poca cosa: simular las emociones y cómo estas influyen en el pensamiento racional, algo que "aún no conocemos bien", y diseñar una máquina capaz de cambiar sus conexiones con la experiencia, al igual que las redes de neuronas se reorganizan con el tiempo. Damasio, en cambio, se muestra más escéptico. "Si me preguntas si el cerebro hace cálculos, te diré que sí. Pero ¿es como un ordenador digital? No". Ni en su construcción, ni en la forma en que funcionan, asegura. Hay demasiadas diferencias. La prueba definitiva, de inclinarse uno por la inteligencia artificial, sería la construcción de máquinas en el futuro capaces de creer en un dios. Al fin y al cabo, ¿no es la experiencia religiosa una cuestión puramente cerebral?, le pregunto a Damasio.

¿Cómo explicar el hecho de que el 93% de la humanidad tenga alguna creencia? La construcción de las religiones es uno de los actos creativos más importantes de los seres humanos, como respuesta a situaciones de sufrimiento y dolor, para obtener alivio, y para explicar el universo como una creación hermosa. No es sorprendente que haya tanta gente religiosa. Y para un científico es perfectamente posible sentirse de esa manera. El científico acude a la ciencia y tecnología para explicar el mundo, no a la fe. Pero no son cuestiones excluyentes. No se trata de decir que, si eres religioso, es porque no sabes, y por tanto no deberías serlo. Conozco científicos muy buenos y creyentes. Son mundos perfectamente compatibles.


¿Quizá porque la religión y la ciencia son actos creativos del cerebro? Sin duda. Y a pesar de ello es posible convivir con los dos. No digo que crea en ambos. Francis Collins es uno de los líderes del Proyecto Genoma y director de los Institutos Nacionales de la Salud en Estados Unidos. Dirige la agencia federal para la investigación en biotecnología. Trabaja en los genes y es un gran creyente, asiste a misa y escribe libros sobre su vida como genético y creyente en Dios.


Einstein solía decir que los ateos fanáticos son incapaces de oír la música de las esferas. ¿Era alguien emocional? Sí, y practicaba la música, tocaba el violín. Solía explicar que, en su trabajo teórico, cuando se enfrentaba a un problema que necesitaba resolver, lo hacía en términos de éxtasis al sentir si algo era correcto o no. O si algo resultaba hermoso, como una ecuación.


A usted le encanta releer a Shakespeare. ¿Por qué? Era alguien que estaba increíblemente alerta a las emociones e incluso a la conciencia. Es el escritor que proporciona una visión más directa del Yo autobiográfico. En los soliloquios de Hamlet, cuando habla de sí mismo, sus dudas, cómo se enfrenta a la situación de la muerte de su padre y el matrimonio de su madre con su tío, desvela la parte de uno mismo relacionada con tu propia historia, tus felicidades y penas, los hechos que forman parte de tu biografía, dónde naciste, y de quién.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Què és la intel.ligència?


cerebro-con-corazonFormalment, la intel.ligència és la capacitat de relacionar els coneixements de que disposem per determinar una determinada situació. Una afirmació amplia i que s’ajusta a multiples utilitats.
Busquem en l’origen del terme llatí; INTELIGERE, composada de INTUS (entre) LEGERE (ESCOLLIR). Per tant podem deduïr que ser intel.ligent és saber escollir la millor opció entre les disponibles per resoldre un problema.

A partir d’aquí… podriem pensar que tots som intel.ligenst en major o menor mesura… però no… no tots som intel.ligents en mesures similars… Què és la intel.ligència ? Com és mesura ?
De tot plegat en volem parlar en els propers minuts del Maneres de viure, en el temps de les preguntes desconcertants amb Ignacio Morgado, catedràtic de Psicobiologia de Neurociencia de la Universitat Autònoma de Barcelona. Autor entre d’altres del llibre EMOCIONS I INTEL.LIGÈNCIA SOCIAL.

Esquizofrènia

No falla la mente, sino el cerebro 

FONT: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/falla/mente/cerebro/elpepisoc/20101129elpepisoc_1/Tes/

Los expertos modifican el enfoque de la esquizofrenia, que cambia de dolencia psiquiátrica a neurológica - La enfermedad podría detectarse en estadios precoces

MÓNICA LÓPEZ FERRADO 29/11/2010

Hoy en día, la esquizofrenia es una enfermedad crónica que afecta a un 1% de la población, incapacitando a más de dos tercios de los afectados. Se diagnostica tarde, cuando aparecen ya las alucinaciones y los delirios, en una etapa en la que cualquier intervención tiene como objetivo primordial evitar que los brotes psicóticos se repitan.

Hoy en día, la esquizofrenia es una enfermedad crónica que afecta a un 1% de la población, incapacitando a más de dos tercios de los afectados. Se diagnostica tarde, cuando aparecen ya las alucinaciones y los delirios, en una etapa en la que cualquier intervención tiene como objetivo primordial evitar que los brotes psicóticos se repitan. Pero algún día podrá diagnosticarse antes. Aunque las causas continúan siendo inciertas, hoy ya se sabe que el enfoque de la enfermedad debe cambiar. Tiene mucho que ver con un mal desarrollo de algunas partes del cerebro que ya se podría observar en la infancia. Aunque hay una predisposición genética, para que el daño se active tienen un papel crucial el entorno. La prevención también pasa por evitar los maltratos infantiles, el estrés o el consumo de drogas. Así lo indica un amplio informe publicado por Nature. Si hubiese manera de ver estos daños desde la infancia y evitarlos, se podría dejar a la enfermedad en un estado latente y evitar sus devastadores efectos.

¿Cómo se tratará la esquizofrenia en 2030? Nature se ha lanzado a aventurar cómo este nuevo enfoque cambiará el abordaje de la enfermedad de aquí a dos décadas. "Nos estamos aproximando a la enfermedad como un desorden en el neurodesarrollo, con las psicosis como un estadio tardío de la enfermedad que se puede prevenir", subraya Thomas Insel, del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos, que participa en el amplio informe que, además, lanza predicciones "basadas más en la esperanza", reconoce Insel.

Actualmente, la esquizofrenia acostumbra a detectarse en la adolescencia o en adultos jóvenes. El mayor número de casos aparece entre los 18 y los 25 años, cuando el córtex prefrontal aún se encuentra en desarrollo. En la mayoría de casos se detecta cuando aparecen las alucinaciones y los delirios. Es decir, de una tercera etapa. Antes, los investigadores afirman que se pasa por dos estadios. Se han observado alteraciones ya en niños. A los nueve años, ya se pueden ver fallos en algunos circuitos cerebrales. También se empiezan a encontrar alteraciones en la materia gris. Luego vendría la etapa que los especialistas denominan como prodrómica, con alteraciones conductuales asociadas al daño neurológico. En definitiva, conforme avanza la enfermedad va disminuyendo el volumen del cerebro, la materia blanca, la materia gris y la conectividad entre neuronas, es decir, que se pierden circuitos neuronales.

Posiblemente, si estos daños se detectasen a tiempo se podría prevenir la evolución de la enfermedad que hoy en día conduce irremisiblemente al estadio de psicosis. Así dejaría de ser una enfermedad crónica para dos tercios de los afectados. Pero en la práctica, ¿cómo podrían los médicos detectar estos cambios en el cerebro en etapas más tempranas? ¿Quiénes serían candidatos a un cribado? Los expertos no se ponen de acuerdo sobre la conveniencia de realizar campañas de detección precoz, dado el peligro de falsos positivos y que todavía no existe un tratamiento preventivo eficaz. Además, aún es necesario desarrollar nuevas técnicas de imagen para explorar el cerebro, sus circuitos cerebrales y su metabolismo. Y nuevos criterios para decidir a qué personas se les debería practicar una posible criba preventiva. Uno de ellos sería posiblemente la predisposición genética.

El 80% de los individuos que desarrollan la enfermedad cuentan con un pariente directo que la padece. Pero conseguir tests que determinen con certeza el riesgo genético será complicado porque las posibilidades combinatorias son muchas. Los genes que se han caracterizado (se han asociado 43 genes al desorden) intervienen, de forma más o menos directa, en el desarrollo del cerebro: en la proliferación de neuronas, su migración o la formación de sinapsis.

El año pasado la revista Nature publicaba los resultados de tres consorcios internacionales que desvelaban algunas de las claves genéticas de la enfermedad. España participa en un consorcio liderado por Islandia y que trabaja con la información genética de 50.000 personas de 13 países europeos. Estos estudios han permitido determinar, entre otros, el importante papel de una región de los cromosomas 6, 11 y 18. También han detectado genes comunes entre la esquizofrenia y el trastorno bipolar.

La implicación de tantas variantes genéticas podría indicar que, en última instancia, en cada persona el desarrollo de la esquizofrenia acaba dependiendo de distintos procesos patológicos o vitales. Las zonas del cromosoma 6 involucradas en la esquizofrenia están relacionadas con el desarrollo del sistema inmune, lo que para los científicos corrobora la importancia del ambiente en la aparición de la enfermedad.
Teniendo en cuenta la complejidad de la enfermedad, el desarrollo de tests genéticos fiables aún está lejos. "Es una enfermedad compleja, que no vamos a poder explicar con la genética mendeliana", aclara Celso Arango, director del CIBER de salud mental y especialista del hospital Gregorio Marañón de Madrid que participa en uno de estos consorcios.

Pero la genética solo explica una parte de la enfermedad. Así lo indican las investigaciones realizadas con parejas de gemelos idénticos, que comparten el 99% de su información genética, en las que uno desarrolla la enfermedad y otro no. Los acontecimientos ambientales que hacen que el engranaje genético se active o no podrían tener lugar incluso en el vientre materno. "Hay evidencias claras de que ya en el segundo trimestre de embarazo puede haber agresiones neurotóxicas, desde infecciones virales que sufra la madre, como la propia gripe, o el consumo de drogas", explica Miguel Bernardo, director del programa de esquizofrenia del hospital Clínic de Barcelona. En algunos estudios en países nórdicos se ha visto que entre 20 y 22 años después de haber vivido una epidemia de gripe se ha dado un pico de la enfermedad, argumenta Bernardo. "Se trata de un momento crucial, cuando se produce la migración de las neuronas, cuando se configura el Sistema Nervioso Central". Arango incluso apunta a riesgos asociados con la edad de los padres. "A partir de los 40 años, hay mutaciones en los espermatozoides que podrían influir".

Las complicaciones obstétricas durante el parto que hacen que llegue menos oxígeno al cerebro del bebé también pueden condicionar el neurodesarrollo y añadir una vulnerabilidad ante la enfermedad. Sufrir maltratos durante la infancia o crecer en un ambiente hostil también predispone. A otras edades, múltiples estudios apuntan como elementos desencadenantes el consumo de cannabis, el estrés y otras agresiones psicológicas. "También se ha visto que la inmigración o vivir en la ciudad o en el campo pueden ser desencadenantes", afirma Celso Arango. "Ahora, con la genética y el ambiente tenemos que elaborar mapas de riesgo", añade el especialista.

En la búsqueda de señales que permitan un diagnóstico precoz, hay investigaciones que apuntan a la necesidad de abrir bien los ojos ante algunos desórdenes comportamentales que podrían ser la primera señal visible de las alteraciones biológicas. Así lo indica un estudio realizado en Copenhague, en el que se ha seguido a personas desde que nacieron hasta los 45 años. Se detectó que los adultos con esquizofrenia, durante su primer año de vida ya habían mostrado un retraso en los hitos psicomotrices que se supone que ha de ir completando un bebé. Durante su infancia, ya se aprecia una psicomotricidad más tosca y cierta insociabilidad. En la adolescencia, desórdenes emocionales, falta de motivación y pocas habilidades sociales. En definitiva, síntomas difíciles de distinguir en una época de la vida por definición inestable. Así pues, los expertos coinciden en que es necesario afinar más. Bernardo explica que en el Clínic se está llevando de forma experimental un programa de detección precoz con niños y adolescentes, "con una carga genética, con familiares de primer grado, o que se ha detectado en su personalidad comportamientos destructivos".
Con la nueva orientación de la enfermedad, habrá que investigar para conseguir nuevos medicamentos. "Habrá que hacer todo lo posible para conseguir que el cerebro madure de la mejor manera", apunta Arango. El arsenal terapéutico actual permite inhibir las alucinaciones y delirios. Es decir, intervenir en el estadio 3 de la enfermedad, con el objetivo de que al menos no se repitan las crisis y no se cronifique. Actúan sobre neurotransmisores como la dopamina (que se sabe que se encuentra en exceso) y los receptores GABA. Pero no corrigen los problemas estructurales del cerebro. Las farmacéuticas están buscando nuevas dianas terapéuticas, aunque aún no hay resultados.

Iniciar el tratamiento después de los brotes también supone que el paciente haya entrado en una pérdida neuronal que se traduce en déficits cognitivos, como pérdida de memoria, dificultades para mantener la atención y solventar problemas. Por eso, los expertos apuntan a que también sería necesario desarrollar fármacos que mejorasen las aptitudes cognitivas. Se suman otras patologías, relacionadas de forma indirecta con la enfermedad y la medicación, como los eventos cardiorespiratorios, o la obesidad, que afecta a casi la mitad de las personas con esquizofrenia. De hecho, algunos estudios indican que la esperanza de vida del paciente esquizofrénico es considerablemente menor: una media de 56 años.

La incidencia de la enfermedad

- Un 1% de la población sufre esquizofrenia, una enfermedad mental que presenta síntomas como alucinaciones, falsas ilusiones y deterioro cognitivo.
- La mayoría de casos se detectan entre los 18 y 25 años, con la aparición de los primeros brotes psicóticos.
- Con la medicación, en un tercio de los enfermos no se repite el episodio. Para los otros dos tercios, se convierte en una enfermedad crónica y con crisis recurrentes.
- Se estima que en más de un 70% de los casos tiene un origen genético. Una de cada diez personas con esquizofrenia tiene algún pariente que también presenta la enfermedad.
- En Europa, menos del 14% de las personas que padecen el mal tiene trabajo.
- En Estados Unidos, el 20% de los homeless, los sin techo, padecen esquizofrenia.
- Su esperanza de vida está en los 56 años, unos 25 años menos respecto a la población general.
- Un 7% de los enfermos se suicida.

Una subárea donde España flaquea: evaluar críticamente la información y construir una perspectiva propia con ella.

ENTREVISTA: Educación Examen a la educación en el mundo ANDREAS SCHLEICHER Responsable del Informe PISA de la OCDE 

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Hay/chicos/leen/bien/digital/pierden/tercer/clic/elpepiedu/20101129elpepisoc_6/Tes/ 

"Hay chicos que leen bien, pero en lo digital se pierden al tercer clic"

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El informe PISA, con el que la OCDE examina lo que saben los alumnos de 15 años de 65 países, se ha convertido en uno de los principales acontecimientos educativos en el mundo. El próximo 7 de diciembre se presentan los resultados de su cuarta edición, y EL PAÍS inicia hoy una serie de artículos sobre las enseñanzas y el impacto del informe

J. A. AUNIÓN - Madrid - 29/11/2010

Ya no hay análisis sobre la enseñanza donde no se mencione de alguna manera el informe PISA de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Para algunos, la influencia de este estudio que mide cada tres años los conocimientos de los alumnos de 15 años en matemáticas, ciencias y lectura es exagerada.

Ya no hay análisis sobre la enseñanza donde no se mencione de alguna manera el informe PISA de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Para algunos, la influencia de este estudio que mide cada tres años los conocimientos de los alumnos de 15 años en matemáticas, ciencias y lectura es exagerada o, al menos, creen que no se utilizan bien las enseñanzas que de él se desprenden. Lo que es innegable es que se trata de una de las mayores bases de datos educativas del mundo. Nacida de una decisión de los ministros de educación de la OCDE en 1995, en la primera prueba, hecha en 2000, participaron 43 países, y en la última, la cuarta, 65.

Pocos días antes de que se presenten los resultados de esta última edición (el próximo 7 de diciembre), el responsable de estas pruebas y de los análisis educativos de la OCDE, Andreas Schleicher (Hamburgo, Alemania, 1964), pasó la semana pasada por Madrid para participar en la 25ª Semana Monográfica de la Educación de la Fundación Santillana. No puede adelantar nada sobre esos resultados, pero habla del impacto que los informes anteriores han tenido en España. Unos resultados considerados mediocres por muchos, pero que numerosos especialistas consideran que colocan a España muy cerca del pelotón central de países europeos. Sin embargo, el gran impacto se produjo en la prueba de 2006, cuando los alumnos españoles registraron el mayor retroceso en lectura de los países desarrollados, de 20 puntos con respecto al informe anterior.

Pregunta. ¿Qué situación educativa dibuja el informe PISA de España?

Respuesta. La cuestión es si ves el vaso medio lleno o medio vacío, y, si lo miras en perspectiva (los avances que ha hecho España en las últimas décadas en calidad de la educación, en igualdad de oportunidades o en reducción de las diferencias sociales), creo que el vaso está medio lleno. Comparado con los países que tienen mejores resultados (en China, Shanghái; Finlandia, Canadá...), España aún tiene mucho camino por recorrer, pero comparado con Francia y otros países europeos no está muy lejos; creo que está en el buen camino.

P. Entonces, ¿por qué cree que en España, en general, se ve más bien vacío el vaso?

R. Realmente no lo sé, estoy sinceramente sorprendido. La gente suele ser muy crítica consigo misma, y suelen comparar los resultados de hoy con respecto a otros países, y no en perspectiva. Aunque de todas maneras creo que eso es bueno, porque a pesar de los avances, los retos de España son muy grandes.

P. ¿Qué retos?

R. Principalmente, cambiar un sistema que ha estado muy centrado en la reproducción de los contenidos de unas materias para ir a otro que enseñe a los alumnos a pensar, a aplicar de forma creativa lo que saben, en el que se deje de decir a los profesores qué tienen que hacer, qué tienen que enseñar, para articular en su lugar lo que los alumnos deben ser capaces de hacer y que los docentes decidan qué y cómo enseñar para llegar a conseguirlo. Eso es muy difícil.

P. El hecho cierto, en cualquier caso, es que España bajó en lectura 20 puntos en el último informe.

R. En 2000, la prueba de lectura midió todas las subáreas, las distintas capacidades, y entonces los españoles lo hicieron bien en muchas de ellas, por ejemplo, en la capacidad para extraer información de los textos. Pero en 2006 la evaluación se centró en una subárea donde España flaquea: evaluar críticamente la información y construir una perspectiva propia con ella. Yo no vería esos resultados como un retroceso, sino como un toque de atención sobre un reto fundamental del sistema, que necesita dejar atrás la enseñanza basada en unos contenidos acumulados. Los contenidos concretos se deprecian hoy muy rápidamente. Todo lo que sabes por ti mismo hoy, mañana se convierte en un bien común para cualquiera.

P. Pero los currículos, las escuelas, el sistema entero no está preparado para ese cambio, ni en España ni en la mayoría de países.

R. Es cierto. El sistema educativo no es capaz de ver ni oír cómo está cambiando el mundo, pero lo está haciendo y no se puede detener.

P. Los cambios vienen en gran parte de la mano de las tecnologías. Una de las novedades del último examen PISA es que se ha añadido una prueba más, de lectura digital. ¿Por qué?

R. En el pasado, si te hacían una pregunta, ibas a la enciclopedia, encontrabas una sola respuesta y podías creer que era verdad. Pero en el medio digital, buscas en Google y te aparecen 20.000 respuestas distintas. Tú tienes que decidir cuál es relevante, cuál apropiada, cuál verdadera. Tienes que manejar la ambigüedad, evaluar. Y eso es lo que queríamos medir, las estrategias de los chavales cuando manejan un hipertexto con varios niveles de los que solo ves una pequeña parte.

P. ¿Y lo han conseguido?

R. Absolutamente. De hecho, hemos visto que hay jóvenes que son perfectos lectores de libros, pero cuando manejan un hipertexto se pierden al tercer clic. Es imprescindible saber leer, pero eso no te garantiza saber leer en el mundo digital. 

P. ¿Por qué cree que el informe PISA ha tenido tanto éxito, mucho más que otras pruebas internacionales?

R. A diferencia de otras pruebas, que son simplemente exámenes sobre los contenidos curriculares, PISA conecta lo que los alumnos saben hacer con el contexto de aprendizaje, los recursos, el contexto social y económico para entender por qué algunos países lo hacen mejor que otros.

"Los padres que protagonizaron el "Prohibido prohibir" del Mayo del 68 se equivocaron"

Josep Moya: "Los padres que protagonizaron el "Prohibido prohibir" del Mayo del 68 se equivocaron" 

FONT: http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20101129/54077263524/josep-moya-los-padres-que-protagonizaron-el-prohibido-prohibir-del-mayo-

El fenómeno "ni-ni" y el alto fracaso escolar derivan de la pérdida de la noción de autoridad en la generación de los progenitores, según el psiquiatra

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MERITXELL M. PAUNÉ | Barcelona | 29/11/2010  Ciudadanos

Josep Moya (Barcelona, 1954) es psiquiatra y dirige el Observatorio de Salut Mental de Catalunya desde su creación en 2007. También es Coordinador científico del Servicio de Salut Mental del hospital Parc Taulí y miembro de la Fundació - Institut Universitari del mismo centro hospitalario sabadellense. Fue el encargado de cerrar el ciclo de conferencias Ser adolescente hoy en el CosmoCaixa de Barcelona, la pasada semana.

¿Cómo son nuestros niños y jóvenes de hoy? 

Son la expresión de la sociedad y de una colisión entre la crisis y las expectativas previas. Tenemos unos niños y adolescentes educados en una época de abundancia, rodeados de objetos maravillosos –consolas, portátiles…– que los medios de comunicación pintaban como fundamentales y muy asequibles. Pero ahora resulta que la cosa se ha trastocado y que las familias apenas llegan a final de mes, el acceso al mundo laboral se ha complicado mucho y aquella abundancia ya no existe.

¿Cuáles son los problemas o los trastornos que, según su visión de especialista, afectan a más jóvenes hoy en día en Catalunya? 

Los de conducta oposicionista o desafiante. Hacia los padres, los docentes, en la escuela, en la calle… Es el síntoma de un problema mucho más amplio y de fondo. Tengamos en cuenta que no todos los conflictos o malestares necesariamente se deben a trastornos mentales, que últimamente nos empeñamos en trastornarlo todo.

¿Y según los propios jóvenes? ¿Qué malestares perciben como los más graves de su generación? 

Los mismos, los de conducta. Como sujetos o como sufridores de éstos. Hemos realizado un estudio en varias escuelas, por encargo de la Generalitat, y los niños nos cuentan en las entrevistas que en su clase hay agresiones frecuentes entre compañeros del mismo curso, dicen que falta de disciplina, que algunos compañeros que se ríen del profesor, nos cuentan que se aburren, que la violencia forma parte de las relaciones cotidianas…

¿Estos trastornos de conducta son la razón fundamental del actual malestar en la enseñanza? 

Es una de las razones pero no la única. La otra es la desmotivación del alumnado por el conocimiento. Los docentes se quejan que en su intento de transmitir un conocimiento, no encuentran receptividad. Ya no les interesa.

¿Por qué ya no les interesa?

Una de las cosas que más nos responden los alumnos es que no le ven la utilidad a aquello que se les enseña, no ven cómo les podrá ayudar a construir su proyecto de futuro.

Hace 30 años tampoco debía parecer precisamente útil la lista de los reyes Godos. 

Tampoco. Pero el profesor o tus pares te convencían de que sí que te serviría algún día para obtener un trabajo o pasar unas oposiciones, que te darías cuenta más adelante. Y esto es lo que ya no tiene credibilidad. La autoridad del adulto, el reconocimiento a su saber y la conveniencia de escucharle, tambalean.

Insisto: ¿Por qué?

Es un cambio progresivo que empieza con el Mayo del 68, durante la juventud de los actuales padres. Estas familias y actores que lo protagonizaron probablemente se equivocaron cuando decían esa famosa frase de "Prohibido prohibir". A partir de ese lema surgen hoy respuestas radicales, rígidas, feroces, que reivindican el autoritarismo contrario. Y en este sentido el resurgir de algunos grupos neonazis podría ser una consecuencia tardía del 68.

En Catalunya tenemos alrededor de un 40% de fracaso escolar. ¿Cuántos naufragan por ese magma inestable de valores y cuantos por desórdenes de conducta? 

La existencia de trastornos no justifica el fracaso escolar. Ya sé que hay colegas míos que afirman que el fracaso escolar en Catalunya se debe únicamente a trastornos mentales o de conducta no diagnosticados. A mi me parece que no, que es tan alto porque la problemática de fondo con los valores no genera las condiciones adecuadas para la transmisión del conocimiento. Por eso nuestro sistema educativo no resulta motivador ni para los que van retrasados en el aprendizaje ni para los que van sobrados.

¿Qué balance hace de la introducción de psicólogos en las escuelas? 

Muy buena. En este estudio para el Departament d"Educació justamente respaldamos que los docentes tengan un apoyo clínico con dos funciones primordiales: detectar y derivar a especialistas posibles trastornos graves y capacitar al profesor para reaccionar adecuadamente ante una crisis en el aula o un comportamiento sintomático.

Tendrá limitaciones, sin embargo. 

Las horas de tutorías no pueden ser reducidas, porque hay niños que las necesitan como agua de mayo. Otra limitación son las familias que tienen una actitud hostil hacia el docente o que cuestionan sistemáticamente los informes de la escuela. Y la red de salud mental infantojuvenil tiene que dar una respuesta rápida una vez detectada una situación muy grave en una escuela, no que le den visita para dos meses después. Los centros están muy colapsados, pero tienen que encontrarse vías para acelerar la atención a los casos más graves.

Quería preguntarle sobre los ni-nis, sobre aquellos que verdaderamente lo sean y vean pasar los días y los meses apoltronados en el sofá de casa de sus padres. ¿Detrás de algunos de ellos puede haber un trastorno? 

Algunos casos seguramente habrá, pero la mayoría sufren una preocupante falta de responsabilidad, entendida como la capacidad de hacerse cargo de las propias decisiones y sus consecuencias. Me da la sensación que ante la frustración de esas expectativas de éxito fácil, no tienen los recursos personales para afrontar el contexto actual, porque no fueron educados para la escasez sino para la abundancia.

¿Cantarles las cuarenta les hace espabilar? 

No. Ya no podemos devolverlos a la infancia y volverlos a educar para el nuevo contexto. No lleva a ningún sitio criminalizarle y dedicarle toda clase de descalificativos, que si eres un gandul, que si eres un irresponsable… No da buenos resultados. Algunos incluso se acorazarán y quedarán aún más inhibidos. Posiblemente necesiten mucho más un apoyo individual, hablar con alguien y compensar los recursos que no tiene. 

¿Cuándo tiene que saltar la alarma que un posible trastorno mental? 

Cuando un mismo síntoma se da en todos los entornos. Hemos visto muchos niños que son movidos en clase de una asignatura, pero no lo son en otras, o no lo son cuando ven la televisión tres horas, jugando al ordenador o incluso haciendo una tarea escolar que les motiva.

Hay niños hiperpasivos también, aunque se les nombre menos que a los hiperactivos

Porque no hacen ruido, claro. Se trata de niños apáticos, que no hacen ruido, que no muestran interés por demasiadas cosas. Hay que explorar cada caso y ver que detrás no haya una depresión u otro problema grave.

Hábleme de la depresión infantil en Catalunya. ¿Su prevalencia es relevante? 

Bastante. Alcanza a entre un 10% y un 15% de los menores, más o menos. Un niño de 10 o 12 años puede entrar en situaciones depresivas y manifestarlo a través de trastornos de la conducta. Por eso es tan importante que cuando se detecta un trastorno, el especialista hable con el niño o adolescente, mantengan una conversación en persona, larga. Los desencadenantes más habituales son las crisis familiares y la sensación de no encontrar su sitio en la vida, por sentirse inútiles o no llegar a los niveles de aprendizaje de los demás…

Tanta complejidad estructural y de valores es desalentadora. ¿Alguna receta que esté a nuestro alcance?

Conversar. Y me refiero a conversaciones largas. Los profesores con los alumnos, los profesionales de la salud mental con los docentes, estos con las familias, los hijos con sus padres… Sólo desde la conversación llegaremos a la detección. Y superar el sentimiento de culpabilidad para alcanzar una actitud de responsabilidad, de hacerse cargo de la situación. Son tan complejas las causas de los trastornos, que lo único sensato es incidir en aquellos factores que están en nuestras manos, como la capacidad de hablar y escuchar.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La generació del BÚNQUER

LA VANGURADIA 28-10-2010


Alicia Rodríguez/ Celeste López

A finales de los 90 se detectaron los primeros casos en Japón, aunque no fue hasta que arrancó el siglo XXI cuando saltaron las alarmas. Jóvenes veinteañeros – en su inmensa mayoría chicos-habían hecho de la habitación su mundo, del que apenas si salían para comer, ante la mirada atónita de unos padres a los que casi no dirigían la palabra y con la única compañía de un ordenador. Fue entonces cuando los expertos empezaron a apuntar los riesgos de que los menores dispusieran de conexión a internet en sus dormitorios. Aún teniendo en cuenta las grandes diferencias con el fenómeno japonés, muchas voces alertan sobre las consecuencias de que niños y adolescentes pasen su tiempo en familia solos entre cuatro paredes; entre ellas, ausencia de comunicación entre hijos y padres.

Una advertencia de mayor calado si se tiene en cuenta que los pequeños acceden a las tecnologías de la información cada vez a edades más tempranas.

Pero, pese a las advertencias, la realidad es que en la actualidad cuatro de cada diez menores españoles aseguran que se conectan a la red desde su habitación. En toda Europa, la media es aún más alta hasta rozar el 50% de los niños y adolescentes entre 9 y 16 años. Así lo indica el reciente estudio de la Comisión Europea Riesgos y seguridad en internet: la perspectiva de los menores europeos,en el que han participado más de 23.000 chicos y chicas usuarios de internet de 23 países europeos.

Los especialistas se sorprenden al comprobar cómo no se aplican en la práctica las medidas “de sentido común” que pueden contribuir a minimizar los riesgos que acarrea internet. Porque insisten en que, aparte de los innegables beneficios que comporta la red, no hay que obviar que puede ser una plataforma para acceder a imágenes sexuales, enviar o recibir mensajes de tipo sexual, sufrir acoso o quedar con desconocidos.
Jesús de la Gándara, jefe de la Unidad de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos, defiende que es un error atribuir la falta de control y comunicación parental, materializada en el denominado síndrome de la puerta cerrada, al uso de las nuevas tecnologías. “No podemos echar la culpa a internet. El niño que se pasa las horas solo en su habitación navegando o jugando on line ¿por qué lo hace? Les compramos un ordenador por Navidad y luego les dices que no lo use”, comenta.

En su opinión, lo importante es que “los sanitarios, los padres, estén al tanto de lo que le ocurre a los niños para que se puedan detectar cuanto antes comportamientos peligrosos, porque el uso inadecuado, excesivo y problemático de internet suele ir asociado a patrones patológicos de depresión, fobias, aislamiento”.

La encuesta de la Comisión Europea revela que hasta el 41% de los menores españoles de 11 a 16 años afirma “haber experimentado una o más formas de uso excesivo de internet”, frente al 30% de media entre los europeos de esa misma edad.

Para Jorge Flores Fernández, fundador de Pantallas Amigas, una iniciativa para la promoción del uso seguro de las nuevas tecnologías en la infancia y la adolescencia, los padres han accedido a instalar el ordenador en la habitación principalmente por “dejadez”. “A día de hoy no han tomado conciencia clara de lo que esto significa, de los riesgos que conlleva no saber qué uso hacen los chavales del ordenador, de las horas que pasan frente a él, de cómo poco a poco la comunicación entre ellos se va enfriando. ¡Ya es complicado mantener una buena comunicación con los adolescentes cómo para encima poner tabiques de por medio!”, señala. Flores siente un “cierto desanimo” al comprobar cómo cae en saco roto el mensaje que desde hace años lanzan distintos organismos y asociaciones pidiendo a los padres que instalen los ordenadores en las zonas comunes y no en las habitaciones de los niños, aunque eso resulte más cómodo para la convivencia.

“Algunos adultos creen que poner el ordenador en una zona común es una invasión de la intimidad, cosa completamente falsa. El que esté en el salón no implica que se miren los correos, es más una función de normalización de la vida digital. Además, es la mejor manera de compartir esa vida digital, de la que tantas lagunas tenemos los adultos frente a una generación que ha nacido en ella”.

E insiste en que supervisar la relación de ese hijo con el ordenador no tiene nada que ver con controlar. “Los padres deben establecer una dieta digital, es decir, indicar por ejemplo cuándo y cuánto se puede utilizar el ordenador, al igual que lo hacen con la comida o con el dinero, o con cualquier otra cuestión doméstica”.

Los expertos consultados por este periódico insisten en la necesidad de que los padres hagan el esfuerzo de incorporarse a las nuevas tecnologías como un elemento de conexión con los menores. Las consecuencias de no hacerlo son muy negativas para la relación, la incomunicación y a la integración, en lo que el sociólogo Javier Elzo denomina, familia nominal.

Esta es, según Elzo, el modelo mayoritario en la sociedad española (42%). Se trata de una familia en la que las relaciones de padres e hijos pueden ser calificadas, con absoluta propiedad, como de coexistencia pacífica más que de convivencia participativa, ya que se comunican poco. Los padres están, en gran medida, cohibidos, desimplicados, sin que aborden con una mínima profundidad lo que requieren sus hijos. Una familia que destaca de las demás por ser la que, en menor grado, refiere que haya conflictos en su seno, no tanto porque no los haya sino porque ha decidido no enfrentarse, no enterarse de los problemas.

“Hikikomori”


Hikikomori

Una realitat cruenta: adolescents que decideixen tancar-se a les seves habitacions i no sortir-ne durant anys. Televisió, escoltar música, navegar per la xarxa i evadir-se amb videojocs són la seva única motivació. Però, tot i aquesta renúncia a la vida, fora, la vida segueix endavant. I és això, justament, el que passa a “Hikikomori”: la vida ara segueix passant mentre ell ha decidit prémer el botó de pausa. Pare, dos companys d’estudis i una kogal*, la seva germana, seran els que transitaran per davant la porta de l’habitació de l’Hikikomori.

*kogal: joveneta adolescent que per pagar els seus capricis, ven les calces brutes a homes que volen olorar-les.

Títol: Hikikomori
Autor: Jordi Faura
Direcció, escenografia, il·luminació i vestuari:
Jordi Faura i Abel Coll

Adjunt a escenografia i il·luminació: Roc Lain
Adjunta a vestuari: Gimena Busch

Repartiment

Georgina Latre
Jordi Martínez
Àngels Poch
Mingo Ràfols (Cia. Teatre Romea)
Enric Rodríguez
Pau Vinyals





ATREVEIX-TE A CONTESTAR!!!!!
Com a mínim un dia a la setmana m'agrada...
Quan arriba l’hora de sopar...
Quan arriba el divendres...
M’agrada quedar amb els amics...
Encara visc a casa els pares...

Visc amb els meus pares i treballo...
A casa meva...
Quan tinc un problema personal...
A la meva habitació hi ha:
Quan arriben les vacances de Nadal...

Breve historia del cerebro - Julio González Álvarez


 
Font: http://www.elplacerdelalectura.com/2010/10/breve-historia-del-cerebro-julio.html
 
Escribir sobre el cerebro sin que el mismo objeto de estudio se aburra, se duerma o se sature y bloquee es un logro que muy pocos libros pueden conseguir. Creemos que ninguno lo logra en su totalidad, quizá en capítulos sueltos sí. Es por eso que Breve historia del cerebro nos ha maravillado con un grado muy alto de comprensión para el lector medio y una variedad de temas explicados con sencillez, ejemplos y comparaciones.

Julio González Álvarez es el responsable de este trabajo bien documentado y mejor ejecutado. Suponemos que el haber sido maestro de escuela durante una década ha influido en la sencillez -para nada simpleza- de su contenido. Ahora es profesor universitario e investigador del lenguaje y la percepción humana en el cerebro.

Ese currículo le permite adentrarse con tranquilidad en la historia del cerebro, el órgano conocido más complejo del universo- y salir airoso. Comenzando con las primigenias creencias sobre el mismo de los filósofos griegos, las teorías de la Edad Media, la negación a Descartes hasta llegar a la Edad Moderna y los graduales avances conseguidos. Un recorrido interesante, atractivo y muy, muy curioso.

Entrando después en materia con la parte física narra los descubrimientos sobre la electricidad como motor del sistema nervioso, el funcionamiento de la corteza cerebral, los desatinos como la frenología hasta llegar al meollo de la cuestión, las neuronas y su integración en los diferentes sistemas nerviosos del cuerpo.

Interesantísimo resulta el capítulo sobre los neurotransmisores y los avances sobre la mapa cerebral, el funcionamiento de la memoria y los recuerdos, para culminar en un análisis teórico sobre la consciencia.

Al profano puede parecerle poco atrayente este resumen, pero la forma de contar y explicar de González Álvarez es genial. Es un ensayo magnético, que resulta muy difícil de parar en su lectura, que apreciarán quienes aprecien su capacidad de pensar y de ser ellos mismos.

Sin duda un ejemplo de enseñar, entreteniendo y disfrutando.

Pepe Rodríguez

Sinopsis

¿Cómo es posible que surja un estado mental, o incluso un "yo" consciente, a partir de un conjunto de células? Ésta es la gran pregunta para la que la ciencia contemporánea no tiene todavía una respuesta y a la se dirige este libro, que nos acerca de forma amena, pero rigurosa, a la evolución de las ideas que la humanidad ha producido sobre el órgano que “fabrica” la mente, desde las primeras suposiciones sobre si era en el corazón o en el cerebro donde se originan las funciones mentales, hasta los avances más recientes. Nos encontramos así con temas tan fascinantes como el largo reinado medieval de los "espíritus animales" y su misteriosa acción sobre el cuerpo, el descubrimiento de la electricidad "animal" y los nuevos interrogantes que ésta planteó, o los acalorados debates que se produjeron a lo largo del siglo XIX sobre la corteza cerebral y su verdadera función. Esta Breve, pero intensa y esclarecedora, Historia del cerebro, nos aproxima también a la gigantesca contribución de Ramón y Cajal, al hallazgo de los neurotransmisores y su papel en el registro de la información y la comprensión de ciertas enfermedades, introduciéndonos por último en las técnicas avanzadas de exploración cerebral y reflexionando sobre el problema de la consciencia.

Ficha del Libro
Título: Breve historia del cerebro | Autor: Julio González Álvarez | Editorial: Crítica | Páginas: 336 | Precio : 24€

Libertad, libertad

Font: http://www.joanabonet.com/2010/10/libertad-libertad/

La neurociencia, decidida a barrer antiguas supersticiones y rimas pegadizas, plantea a través de un experimento con monos, chips y ordenadores que la noción de libertad es una ilusión, por no decir un invento cultural. ¿No habíamos convenido en que uno de los pocos márgenes del individuo era el de elegir libremente? Dulce o salado, blanco o negro, mar o montaña, ventana o pasillo. Una de las pruebas, llevada a cabo por los profesores Joshua Gold de la Universidad de Pensilvania y Michael Shalden de Washington, y publicada en la Annual Review of Neuroscience, consistió en poner pequeños sensores en la parte responsable del reconocimiento visual del cerebro de unos monos. Se les adiestró para elegir entre dos imágenes, pero una fracción de segundo anterior a que los monos enfocaran una imagen, los ordenadores ya habían leído su mente, antes incluso de que decidieran. No hubo margen de error; los sensores nunca fallaron al predecir su reacción. Estos científicos demostraban que el tan manido y elaborado concepto de la libertad individual o libre albedrío no existe, y que gran parte de nuestras elecciones vienen determinadas por nuestros neurotransmisores. 
 
Dice Steven Pinker en su celebrado y discutido libro La tabla rasa que su objetivo «no es defender que los genes lo son todo y que la cultura no es nada —nadie cree tal cosa—, sino analizar por qué la postura extrema (la de que la cultura lo es todo) se entiende tan a menudo como moderada, y la postura moderada se ve como extrema». El camino medio entre herencia y cultura es explorado por este psicólogo en un tratado revelador, que a muchos les ha cambiado la forma de mirar el mundo, en el que analiza todo lo que hay de determinismo biológico en el ser humano, tan depauperado por tres mitos: la tabla rasa (la mente carece de características innatas), el buen salvaje (la persona nace buena y la sociedad la corrompe) y el fantasma en la máquina (todos tenemos un alma que toma decisiones al margen de la biología). Pinker asegura que él no quiso que su libro —10.000 ejemplares vendidos en España— fuera uno más entre todos aquellos que se aferran a la naturaleza humana generando grandes polémicas, como si pusieran en duda la evolución. Ni todo está en la genética ni todo es producto del desarrollo ambiental y cultural; la búsqueda de la verdad se halla en el equilibrio entre naturaleza y socialización. Pinker mantiene que hay aspectos de la naturaleza humana —desde la violencia hasta el sexo o las diferencias biológicas entre hombres y mujeres— que no tendrían que avergonzarnos como a absurdos replicantes victorianos que se escandalizaban de su propio cuerpo y muy particularmente de sus calzones y enaguas. Es verdad que muchos de los llamados expertos piensan en público de forma diferente a lo que piensan en privado: «Esto no se puede decir —he oído en infinitas ocasiones— porque se confundiría con un pensamiento incendiario».

Nuestra vasta tradición católica viene sosteniendo que la verdad y la fe debían coexistir, y, más allá de la poética del sentido, nos invita a detectar elementos místicos agazapados en la realidad. A no conformarnos con la descripción desnuda de los hechos, huyendo del materialismo. Muchos agnósticos, por ejemplo, no creen en la inmortalidad pero sí en una energía superior, en ser algo más que una actividad eléctrica y química del cerebro. La neurociencia trasciende las creencias. Despojados de esta última ilusión, este virus tan invasivo llamado inseguridad tendría que amortiguar su relevancia social. Para qué dudar, si a fin de cuentas se trata de manejarse en el arte de encender nuestro veleidoso cerebro.
(La Vanguardia)

miércoles, 27 de octubre de 2010

Vivimos estresados

"Nuestro gen no se ha adaptado al siglo XXI"
IMA SANCHÍS  - LA VANGUARDIA- LA CONTRA 27/10/2010

Nací en Mallorca en 1953, resido en Sant Cugat del Vallès. Estoy casado con Nati y tengo dos hijas: Sara (24) y Eva (22). Debemos recuperar los tres pilares de la sociedad: medicina, educación y jurisprudencia, además del trabajo digno. Creo en la solidaridad

¿Conoce las zonas blue?

No.

Son las más longevas del planeta, donde hay menos cáncer y patologías cardiovasculares y el índice de obesidad es el más bajo. Cerdeña (Italia), Loma Linda (California) y Nicoya (Costa Rica).

¿Y qué hacen?

Su dieta es rica en frutas, legumbres, verduras, muy poca carne roja. El resto consiste en buenos horarios, placer, amigos e, independientemente de la edad, todos tienen tres horas de reto al día, algo fundamental.

¿Qué es eso?

Hacer algo que te apasiona, que es atractivo y que no tiene rendimiento. Al ser humano se nos mueren continuamente neuronas, pero el cerebro no envejece, se regenera, mientras mantenga retos.

Debe de ser la excepción...

Hay una fórmula que lo refleja con precisión: C más P igual a I (curiosidad más pasión igual a inteligencia).

¿Y para que proliferen mis neuronas?
Duerma, hay que regular la hormona del sueño. Ya conoce la ecuación: 8 horas de rendimiento (tres de las cuales entre amigos) 8 horas de nada, y 8 horas en la cama. Mire, yo llevo 35 años visitando pacientes y mi conclusión es que nuestro gen no se ha adaptado al siglo XXI.

Vivimos estresados.

Sí, y hay que dominar el ya y el todavía.El estrés puede dar hasta 170 síntomas distintos y cuando nos adaptamos a él estamos perdidos. Hay dos tipologías de personas que responden a él de forma distinta.

A saber.

Está la que nunca falta al trabajo, es competitiva, trabaja con objetivos, y el cuerpo tiene que avisarle con algún síntoma para que pare. Luego está el tipo de personas más febriles y absentistas.

¿Y cómo avisa el cuerpo?

Contracturas musculares, alteración de la segunda fase del sueño, del ciclo hormonal tanto en hombres como en mujeres, y alteraciones de la tensión arterial, en la memoria e inmunológicas, inflamación crónica que puede implicar tumoraciones. Estoy convencido de que los mismos neuropéptidos que controlan las emociones controlan todo el eje endocrino, inmunológico y hormonal. La piel y el intestino tienen emociones.

¿Cómo mide usted el estrés?

Mediante la neuroimagen, neurofisiología, genética, saliva y sangre, y determinando dos neurotransmisores: la noradrenalina (motivación directa), cuya elevación implica estado de alerta, busca permanente de las cosas atractivas y retos, y baja tolerancia a la frustración; y, por otro lado, la dopamina (motivación incentivada): su déficit produce depresión inhibida.

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Otra patología del estrés es el desarrollo de la grasa abdominal, que produce inflamación, diabetes y tensión arterial diastólica.

El maldito michelín.

La clave es mantener el índice glucémico: comer cinco veces al día, porque si te baja el azúcar, la grasa que ingieres va directa a la barriga. Es patológico más de 102 de perímetro de abdomen en varones y 88 en hembras independientemente del peso y la talla. El desorden horario afecta a la inmunidad, la masa muscular, favorece el envejecimiento precoz y disminuye el crecimiento en niños.

¿Más orden y menos pastillas?

Hay que incorporar sociólogos, psicólogos y dietistas a la salud pública. Un 40% del absentismo laboral se debe a síntomas que regulando las pautas de vida desaparecerían. Hay que comer frugal y ordenado, no para adelgazar, sino para ser eficaz. El estómago puede robar hasta el 80% de la sangre. Creo en la relación mente-cuerpo.

¿Sana el estrés con pautas de vida?

La medicina empieza en la cama y en la cocina y termina en la farmacia. La nueva patología del siglo XXI es el cambio social permanente; hay que incorporar la psicoterapia, el yoga, la meditación: todo lo que sea aprender a parar de pensar.

¿Es malo pensar?

Pensar gasta 40 gramos de energía permanentemente mientras estamos en incertidumbre, pero si aplicamos el pensamiento a una dirección gastamos 10 gramos.

La incertidumbre es difícil de manejar.
Cierto, casi nadie la maneja. Hay mucha gente que padece estrés crónico y no lo sabe, hace un trabajo que le gusta, alta autoexigencia y no escucha su cuerpo.

... Pero es relativamente feliz.

Sí, pero si uno se levanta cansado, su cuerpo para ser eficaz segrega una hormona trampa, el cortisol, y se inicia un círculo vicioso: llegas a la noche agotado, duermes mal... Tenemos un ritmo biológico, la mejor hora para tener una reunión de trabajo son 11.30 de la mañana; para hacer deporte cardiovascular, primera hora; musculación, de 16 a 20 h; competición, a partir de las 13 h.

Nos falta sabiduría.

El sabio induce al crecimiento social; el listo amasa dinero en detrimento de la sabiduría (aprendizaje personal de cosas aparentemente inútiles que nos ensanchan la mente), esa ha sido la desubicación de este siglo.

Usted que ha sido médico de colegio durante décadas, ¿qué pasa con los niños?

Demasiada agenda, mucha info para su infra; es decir, demasiada información para su cerebrito. El niño ha de aprender a no hacer nada, no se pueden manejar tantos cambios, nuestro organismo no sabe adaptarse.